UN CANARIO EN LA CORTE DE ENRIQUE II
El primer caso de hipertricosis registrado en Europa, se dice que del mundo, fue el de Petrus Gonsalvus, o lo que es lo mismo, Pedro González, un niño tinerfeño que nació con unas características especiales nunca vistas. Fue separado de su familia y regalado, como quien regala una flor, por los hombres que ostentaban el poder de la época.
Allá por 1537 nacía Pedro González, un niño con aspecto de animal, de lobo. A los pocos años, las autoridades de las nuevas tierras adheridas a la Corona de Castilla, las Islas Canarias, lo regalaron al rey Enrique II de Francia. A otros aborígenes los vendieron como esclavos en diferentes mercados esclavistas como Sevilla, Valencia o Génova. A Pedro lo separaron de sus padres cuando apenas contaba diez años de edad. Lo arrebataron del seno familiar como quien coge una fruta de un árbol ajeno.
Obraban de tal manera los conquistadores que quedaba claro quién ostentaba el poder. Usurparon las tierras a todos los guanches, incluidos a los que firmaron los tratados de paces, como fueron los menceyatos de Anaga, Adeje, Abona, etc. Expulsaron de sus tierras a los legítimos dueños, hacían esclavos a los guanches y los vendían en los mercados de Valencia, Sevilla y otros.
El caso de Pedro González no fue el único, pero esa otra vez fue la reina Isabel quien regaló a uno de los bellos menceyes al Duche de Venecia. El presente fue enviado con el embajador de esa Ciudad Estado en España.
Pedro González, dentro de su tragedia, tuvo suerte. En la corte francesa fue bien acogido y se crió junto con los niños de la corte. Usaba bellas ropas y fue instruido como un niño más. Estudió y más tarde ocupó puestos importantes y de mucha confianza en la corte del rey Enrique II.
Pedro dejó de ser el niño-lobo canario para ser el gentilhombre de la corte francesa. Pasó su infancia siendo un niño más. Su aspecto en un principio despertó la curiosidad lógica al estar todo su cuerpo, de arriba abajo, lleno de vello largo como si fuera un animal salvaje. Sin embargo, nada tuvo que ver su aspecto con el comportamiento que mantuvo a lo largo de toda su vida. Alcanzó prestigio, rango nobiliario, puestos importantes en la corte y formó una familia con una bella francesa: Catherine.
Tuvo seis hijos y cuatro de ellos heredaron la enfermedad. Entre ellas, su hija Antonietta González, que destacó en las artes, sobre todo en la música. Fue dama de compañía de la marquesa de Soragna. En una pintura, atribuida a Lavinia Fontana, se la ve de tal forma que a mí me resulta una joven bonita, con una mirada llena de inteligencia y bondad.
Gracias a la minuciosa investigación llevada a cabo por el catedrático e investigador Roberto Zapperi, conocemos la emotiva y extraordinaria historia de un tinerfeño muy especial.
En el Ch’ateaud de Blois, Musée de Beaux-art, encontramos una serie de retratos de Pedro González y su familia, atribuidos a la pintora Lavinia Fontana.
Un recuerdo amoroso al compatriota Pedro González. Que la eternidad le sea amable.