Una… dos… tres… según daban las campanadas, iba comiendo una uva y tratando de visualizar un deseo; pensaba en la familia que tengo, en los que están lejos, en los que tengo cerca, en los amigos, en… y en la uva número doce me detuve, el último gong me hizo pensar… ¿Realmente necesito algo? ¿En este 2023 me ha faltado algo?… Y pensando y pensando me he dado cuenta de que el amor y la compañía de mi familia y amigos no me ha faltado, que la salud me ha acompañado y que sigo manteniendo la ilusión y el deseo de vivir. Entonces, levanté mi copa, pero esta vez para darle gracias al viejo año por todo lo que me había regalado sin pedirlo, y al nuevo año 2024 le abrí mi corazón dándole las gracias por querer compartir conmigo un año más.