Mi amigo - Matale Arozena

Esta vez, amigo, no te tocaré a la puerta. Esperaré a que tú vengas a mí. Tocarás, te dejaré entrar y tranquilamente me pondré a charlar contigo, después de invitarte, esta vez a un café para que no te me duermas y atiendas lo que te digo. No te dejaré hablar, pues cada vez que te dejo hablar me llevas por donde no quiero. Solo escúchame, pues tengo que contarte muchas cosas.

Nos pondremos cómodos, aunque ya sé que tu tiempo es inexorable y que me tengo que amoldar a él. Eres especial. Ante todo, quiero agradecerte que me invites a pasear por tus doce jardines, tan distintos pero igual de maravillosos todos ellos. Disfrutaré en todos y cada uno añadiendo las flores que me ofrece la vida y algunas veces enterrando entre ellas algunos momentos que solo merecen desaparecer.

Eres una entrome…. ¡Chiiist!, te dije que no te dejaría hablar y que solo sería yo la que te dijera lo que quiero, que para eso seré la que  llenaré las hojas de tus árboles, ahora vacíos, de mis experiencias y decisiones, sean buenas o malas. Pretendo que pasado el tiempo necesario para volvernos a ver pueda contarte que puedes estar orgulloso de mí pues envejeceré contigo; tú con las espaldas cargadas de tiempo y yo con mi alma llena de felices momentos incrustados en ese tiempo tuyo.

Sí, querido amigo Año Nuevo, quisiera que volviéramos a encontrarnos y que cuando me veas, como siempre, intentes decir lo que esperas de mí y yo te interrumpa impidiendo que me mangonees. En este tiempo yo tengo la palabra y las decisiones y tú solo tus maravillosos jardines donde disfrutarlas.

Bienvenido amigo, dame la mano y sigamos.