MI PADRE CANTABA FOLÍAS
No sabía cómo terminaría ese día, pero pensaba disfrutarlo como una niña que era, con alegría y con mi familia. Era la primera vez, que me vestían con un traje típico canario, iba a la celebración del día de Canarias. Una gran fiesta que celebra la comunidad Canarias ese día. Yo encantada de la vida, como cuando te regalan un juguete nuevo, recuerdo muy bien que mi madre me puso unas alpargatas, iba preciosa, era feliz. El festejo dura una semana, se airean los típicos trajes para el gran baile, por si le falta algún que otro detalle, los vinos se catan con antelación, muchos de ellos son traídos desde Canarias. En el festín son apreciados y saboreados los platos típicos de cada Isla.
Los jóvenes en la calle esperando el boncho que se avecina, saboreando ya el festejo. Mi padre tocaba y cantaba, se reunía con su amigo Sebastián que coordinaba un grupo folklórico llamado Parranderos, deleitándonos con esas folías canarias, isas y malagueñas, nos trasmitían el sentir, la vivencia de su pueblo, y la exaltación de las costumbres y tradiciones Canarias. Los danzantes se movían de un lado para otro, castañeando los dedos y dando algunas vueltas sin dejar de mirarse, nos explicaba que la folía es una de las danzas más antiguas, un canto y baile popular con diversos estilos según la isla donde había arraigado. Junto con la isa y la malagueña, es uno de los cantos más importante de nuestras islas.
En Tenerife, al igual que en el resto de las islas, encontramos varias forma de interpretar y bailar la folía.
Cuando escucho unas folías,
siempre recuerdo a mi padre,
me la dedicaba a mí,
y a mi amada madre.
Al escucharla cantar.
siento una pena por dentro,
cómo mi padre cantaba,
con ese gran sentimiento.