VIVIENDO EL DÍA DE CANARIAS
Día de Canarias. Día de abrazos y parabienes que nos llenaron la boca con dichos del
terruño, con actos y refranes, con aquellas leyendas que venían de los abuelos desde muy
atrás, palabras y expresiones que nacieron aquí en sus orillas, en sus cumbres y llanos, todos
rociados de mar. Y las incontables que de fuera nos llegaron y las hicimos nuestras. Día que
se hace pequeño para abarcar con los ojos sus paisajes, sus cielos y sus mares y humanidad.
Todo cuanto quiera decir sobre Canarias se me quedará pequeño.
Día de abrazos entrañables, de fiestas que en los barrios hermanaron, alegraron las
calles y las plazas para propios y a extraños, con la generosidad y el orgullo de haber nacido
aquí y de abrir la casa a los que llegan. Canarias con C de color y calor, con A de alegrías en
plural, de amor, de aires de mar, de andadura en el tiempo y en la historia. En Canarias prima
la A de afectos y amaneceres en playas y montes, por donde se extiende el sol acompañando
al madrugador. A de abrazos, de amores a la tierra y al pueblito, a la playa y a la huerta que,
aunque mil vueltas le des, siempre vuelves a encontrar nuevos lugares, nuevas sombras,
nuevas gentes que, como tú, se sienten isla.
Canarias con A de Amarillo y A de Azul. Sol y luz, cielo y mar con la blancura de las
espumas rompiendo en los roquedos y avanzando suavemente sobre sobre orillas y arenales,
donde se tiemplan los sentimientos.
Hay una N de nubes, que se transforman en nieblas, que enamoran a los montes y que
trepan a los picos de los grandiosos volcanes, que las hicieron crecer en fechas que se pierden
en el tiempo. Día de Canarias, día de unión en el gozo y el orgullo del canario en cuyo abrazo
ya caben ocho islas, y el sinfín de corazones que quieran latir por ellas, arrimar el hombro,
llevar al mundo sus nombres y los valores sin cuento del canario universal.
© Cristina García