¡Emigraste a los 50!

Dejaste tu Cuba sin saber a dónde

te llevaban tus pasos, caminante,

más al mirar tu entorno circundante

habías llegado donde no te corresponde.

Rauda y veloz pensaste, irme ¿a dónde?

Y apareció otra ruta fascinante.

Te convertiste de nuevo en estudiante

y sin saber se abrió de nuevo un horizonte.

Aprendiste otro idioma, trabajaste, lograste ser feliz y, de repente,

muerte e infidelidad sospechada enfrentaste.

Como siempre, sin dudar te levantaste

de nuevo, mar por medio y finalmente

a Tenerife, cuarto siglo después acariciaste.