Dejaste tu Cuba sin saber a dónde
te llevaban tus pasos, caminante,
más al mirar tu entorno circundante
habías llegado donde no te corresponde.
Rauda y veloz pensaste, irme ¿a dónde?
Y apareció otra ruta fascinante.
Te convertiste de nuevo en estudiante
y sin saber se abrió de nuevo un horizonte.
Aprendiste otro idioma, trabajaste, lograste ser feliz y, de repente,
muerte e infidelidad sospechada enfrentaste.
Como siempre, sin dudar te levantaste
de nuevo, mar por medio y finalmente
a Tenerife, cuarto siglo después acariciaste.