Veo a Mamadou,
negro entre corderos,
con un gran tajo rojo
desangrarse en silencio.
Giran la cara,
balan,
se tapan la nariz
para no ver
el gran tajo rojo
desangrarse en silencio.
La pelotilla blanca
del campo de golf vecino
un golpe le da
al negro entre corderos.
Ninguneado y solo,
los balidos le recriminan
haber manchado de rojo la pelotilla
de los pastores de corderos.