En esta sección de la Revista Tamasma he intentado a lo largo de 12 meses compartir con el lector aquellos retratos o esbozos de la vida de personajes de la cultura canaria que, por un motivo u otro, he creído oportuno resaltar. Toda elección lleva aparejada una disyuntiva para quien escribe, puesto que la subjetividad juega siempre un papel decisivo en la selección. Pero confío en haber aportado algo de luz a la voz de lo canario con los protagonistas tratados.
Semblanzas en sepia termina con el año 2023. La intención es estrenar el 2024 con una aventura diferente, abordando otros parajes más creativos de la palabra. Por ese motivo, mi última Semblanza ha de echar la mirada a Luisa Chico, el alma mater de esta revista. No puede ser de otra manera.
Luisa Chico. La nuestra. La creadora de ACTE en 2018. La fundadora de Tamasma en 2020. La que siempre está en algún acto cultural relacionado con nuestro archipiélago (ya sea de pintura, folclore, literatura…) Esa mujer vivaracha y desinquieta que carga tanta vida en su interior cierra con honores Semblanzas en sepia.
Luisa es como un Long Play de aquellos de nuestra juventud (la de los que ya peinamos canas). Ella es como un vinilo de coleccionista que suena siempre como la primera vez. La Cara A de esta mujer la vemos publicada en cualquiera de las múltiples páginas que nos ofrece con fidelidad impecable y detalle exquisito «don Google del Universo»:
De su trayectoria son incontables las fuentes nos cuentan que es escritora, etnógrafa, folclorista y profesora de bailes tradicionales canarios desde hace más de veinte años. Según leemos en la página de Acte Canarias dedicada a su persona, fundó la asociación de bailadores canarios El sendero de Orijama, y fue cofundadora de los colectivos de folclore canario Atenguajos y Farutes del Atlántico en la última década del siglo XX. Se retiró como bailadora siendo miembro de la A. C. Tajaraste de Santa Cruz de Tenerife.
En 2018 fundó Acte Canarias, donde ejerció como presidenta hasta 2020 y también fue la forjadora del Club de creación literaria Alisios de Verso y Prosa.
Es, asimismo, fundadora y directora de la revista Tamasma Cultural, así como de la tertulia quincenal sobre escritura creativa que se lleva a cabo en la Biblioteca pública de Punta Larga (Candelaria).
Ha sido presentadora de eventos de todo tipo y colaboradora de prensa digital (La voz de Tenerife, Canarias Plural, Atlántico hoy). En la radio ha colaborado con Pilsen radio, Radio Unión Tenerife o Radio Faro del noroeste, entre otras. Participó también con un espacio llamado "Al compás de Luisa Chico" en el programa de radio Tradición y Folclore.
En 1989 comenzó a publicar sus escritos en diferentes publicaciones.
En 1994, su obra de teatro Esperando el culebrón fue representada por diferentes grupos de teatro por los escenarios de las islas. Años tarde se estrenaría también Un apacible desayuno familiar.
De su bibliografía hallamos todas estas singladuras:
Sueños de pescador, novela del año 1995.
Historia de una vida, biografía de don Sebastián Melo Castellanos (1996).
Agacheros, 60 años de folclore (1998).
Nuestros bailes, paso a paso. Escrito a cuatro manos con Diego Felipe (2009).
Burbuja vital, su primer poemario, ve la luz en 2017.
Crisol de letras, su primer libro de relatos, publicado también en el año 2017.
Delirios de madrugada (poesía), escrito con Eduardo García y publicado en 2018.
El cumpleaños de la princesa, cuento infantil publicado en 2018.
Brandán, novela de largo forjado y alumbrada en 2020.
Ha participado también en distintas Antologías:
En 2016 Renglones compartidos.
En 2017 Mujeres 88 y Félix Francisco Casanova, In memorian.
En 2018 compiló, y participó como coautora, en Palabras al atardecer, de Alisios de Verso y Prosa.
En 2020 participó en las compilaciones La casa del Parque, de Alisios de Verso y Prosa y en Avanzando juntos, del Comité gestor de Acte Canarias.
En 2023 se presentó la primera Antología de Tamasma bajo su batuta, El canto de la alpispa.
Este final del 2023 ha visto nacer también su poemario Exs, acabado de salir del horno.
Es autora de infinidad de prólogos en libros de compañeros de escritura. Ha colaborado con diversos colectivos culturales como ADOC o ACCA, de Gran Canaria, y ha publicado en revistas y páginas virtuales con asiduidad. Organiza recitales de poesía, muchas veces de la mano de Carlos Chico y su guitarra.
Visto todo esto, uno tiene que concluir que esta mujer es un personaje vivo e insoslayable de la cultura canaria. Pero, ¿y la Cara B?, ¿qué tiene Luisa Chico en esas pistas vitales menos conocidas, pero que conforman igualmente el garbo y el compás de su vinilo?
Vamos a escucharlo. La vida es un círculo trazado sin compás, a pulso de días y aprendizajes y caídas y remontadas. La de Luisa tiene sus comienzos muy vinculados a las vivencias infantiles en El Escobonal. Recuerda con amor a aquella chiquilla que fue con el infinito abierto en los ojos, saltando entre huertas y disfrutando de la libertad de la naturaleza.
Y decimos que la vida es una rueda porque, ahora, Luisa adora pasar su tiempo en aquel lugar de la infancia. En su finca Las perdigonas atesora flores (en especial rosas, sus favoritas), se ha construido (sí, ella misma, con sus manos) rincones para la lectura, para la reflexión, para una parranda entre amigos, murales de colores vivos, y mantiene con mimo una cueva cocina donde se produce la ensaladilla mejor del mundo. La narradora de historias y la bailadora de folclore hallan en la tierra de la infancia la paz y el sosiego interior que el alma de todo ser auténtico necesita.
Desde allí, se encarama mirando al mar como una roca tenaz; una roca que se ensancha por dentro con el aire puro del silencio de las lomas de Agache. Así es Luisa: una piedra empecinada, luchadora y amadora de la tranquilidad
Nos confiesa que descubrió su amor al folclore con 40 años cumplidos (nunca es tarde para una vocación de verdad), y que esa época lo que recuerda con más cariño es la gran amistad que se forjó entre ella y Diego Felipe. Nos dice, asimismo, que su sueño incumplido es no haber conocido el amor de verdad y para toda la vida, ese del que nos hablan las películas (en eso, por desgracia, no es nada original).
Una ilusión que sí ha visto cumplida (y con la que soñaba desde chica) es llegar a ser escritora. Esa forma de vida, esa manera de entender la existencia vinculada a la pluma y a la creación de mundos de ficción, es lo que le permite sentirse plena.
En Brandán, por ejemplo, ―su novela más ambiciosa de las publicadas―, da a luz a un universo ambientado en la cultura aborigen, lleno de elfos, duendes y otros seres ajenos a la realidad común que recrean una vida al margen de la maldad humana. En Brandán todo es idílico hasta que lo estropean los humanos (invitamos al lector a asomarse a ese mundo tan particular de Luisa Chico y desentrañar lo que nos quiere transmitir). Y es que la escritora aborrece la falsedad humana, la falta de honestidad y de empatía. Por eso, si ella pudiera, se iría a vivir a esa isla de novela en la que la felicidad y la bondad son el alimento habitual de cada día.
Alguien con este perfil humano es digno de conocer. Mis conversaciones con ella me la descubren un poco más cada vez. Pero nunca acabas. Siempre hay algo más… Luisa es una luchadora empedernida que se siente satisfecha de lo que ha hecho por la cultura de nuestras Islas.
¿Y la escritura? Pues con el alumbramiento reciente de su poemario EXs, confiesa tener publicado todo lo que guardaba su ordenador con la etiqueta “terminado”. Pero en barbecho tiene unas cuantas historias. Porque para ella escribir es “una razón de ser”. De hecho, el próximo relato podría comenzar así:
“Canela es el nombre de la mulata que atravesaba la puerta de la taberna en aquellos momentos…”
(Continuará).
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