NUESTRAS ORQUESTAS EN EL CARNAVAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE
ORQUESTA TJN
Fundada hace 57 años con el nombre Los cinco de Tejina, con el tiempo optaron por cambiar el nombre a Orquesta TJN, siguiendo en continua renovación de acuerdo con la evolución musical de cada época, y manteniendo su amplio repertorio de música bailable en directo para todos los ambientes.
Están compuestos por 16 miembros: 4 cantantes, 3 percusionistas, 2 trompetas, 2 saxofones, 1 trombonista, 1 piano, 1 guitarra, 1 bajista y 1 técnico de sonido.
Han actuado en la mayoría de los escenarios de las islas y también en la península en diversas ocasiones.
En el año 2010 ganaron el Primer Concurso de Orquestas canarias con metales en directo.
Estos carnavales pueden encontrarlos en los escenarios de Santa Cruz deleitándonos con su música latina.
EL CARNAVAL Y LOS CULOS CANARIOS, ¿EMPODERAMIENTO O MARTIRIO FEMENINO?
Dejándome llevar por la brisa carnavalera de la tarde, leo un libro que me recomendaron en la biblioteca pública de la zona joven de Candelaria (¡qué maravilla de servicio público!). Se titula Temas de conversación, de la escritora estadounidense Miranda Popkey.
Esta obra nos introduce en la mente de una mujer destinada a complicarse la vida, una mujer que transita entre la incoherencia de su día a día y sus ideales feministas. En un capítulo, nos revela lo siguiente:
En el siglo XVIII, la cintura de la esposa ideal no era mayor que la envergadura de la mano del marido…. Mala suerte si tu marido tenía los dedos cortos y las palmas pequeñas.
Recuerdo cuando pasé mi primer carnaval en Santa Cruz, una de las cosas que me sorprendió (en positivo) fue la diferente visión que las mujeres canarias tienen de su propio cuerpo, y en concreto, de su culo. Venía de la península donde se nota que hay un patrón de culo femenino caracterizado por su pequeñez, el tipo que la modelo Natasha Wagner popularizó hasta el año 2014.
Es cierto que, a partir de ella vinieron estrellas de la música como Beyoncé que, no solo abogó por el feminismo de Chimamanda Ngozi Adichie, sino que se mostró perrreando en sus videoclips, o Nicki Minaj con su canción en Anaconda. Un poco más tarde, Meghan Trainor que con su All about that bass, declaró la guerra a las Natasha Wagner de turno. Todas ellas cambiaron una tendencia para ‘imponer’ otra diferente.
Sin embargo, la periodista estadounidense Heather Radke se negó a celebrar la aceptación general de culos prominentes. En su investigación, publicada en Butts: A Backstory (Culos: sus antecedentes), reconstruye el entusiasmo sociocultural por los culos a lo largo de la historia, y demuestra cómo, en los dos últimos siglos, se ha fetichizado el culo de la mujer convirtiéndolo en un indicador de clase, género y raza. Según ella,
hace 200 años se instauró la idea de que las mujeres con trasero grande eran menos inocentes, más amorales que las mujeres con trasero pequeño. Esto, por supuesto, también se correlacionó con las categorías raciales. Era una forma de dejar claro que consideraban a las mujeres africanas hipersexuales y a las blancas sexualmente inocentes.
Algunas personas pueden decir que exagero, que no todas las mujeres que residen en Tenerife actúan así. Es cierto, nunca se puede generalizar, pero la no ocultación de sus culos, y no solo durante los carnavales, muestra el no sometimiento de un sector de la mujer tinerfeña a la dictadura de lo socialmente correcto. Es más, aunque algunas no sean conscientes de ello, demuestran que en sus cuerpos liberados reside el poder y la dignidad de un nuevo tipo de mujer que no necesita la opinión del hombre para ser. ¿Qué hay más empoderante que mostrar tu cuerpo como quieras y a quien quieras?
Les recomiendo que lean ‘La gorda está triunfando’, un podcast contra la violencia estética: ''No vamos a escondernos en casa hasta estar delgadas''
José Luis Regojo
¡SANTA CATALINA FINISH!
“¡Santa Catalina finish!” voceó el guagüero aquel tan simpático que nos llevó a Las Palmas, anunciado el final del trayecto. La troupe llegó a Gando con la vejiga llena y el estómago vaciado, como enjuagado en agua y chocolate Tirma. Así que salimos desatinados a coger la guaga pa’ la “capitá”. El viaje fue ameno, la verdad. Cantaba aquel hombre a pleno pulmón sustituyendo al timbre del bus con gritos como “siguiente parada, Teatro, después no digan que no avisé”, o “Náutico-Alcarabaneras, pero con K”. Aquel conductor tenía un buen día y nosotros, tras el escepticismo inicial acerca de que aquel ser tan alegre fuese real, nos relajamos y disfrutamos del paseo hasta la última estación del trayecto, que coincidía con nuestro destino: el parque de Santa Catalina, en pleno corazón de Las Palmas.
Apeados del bus nos dirigimos al hotel, a hacer el checkin para después almorzar. Buscamos con todos los ojos que teníamos y la urgencia del hambre un sitio cerquita. Nos metimos en una arepera que anunciaba carne fiesta… ¿carne fiesta aquíííí? Pues sí. Y estaba riquísima. La explicación era que la dueña del bar era de Tenerife. ¡Así, sí! ¡Y la cocinera también era chicharrera! Y nos cobraron barato, ¡no, qué va!
Luego hubo consenso sobre hacer siestita deprisita y más tarde a la presentación. La escritora vestía de largo su libro en la Orden del Cachorro. Aquello estaba lleno de cachorros y cachorrúas, daba miedo, tú. Pero todo salió bien. Y la comida, pa’ mojar pan. Las carajacas fueron un descubrimiento apoteósico, he de confesar. Lo mojamos todo con vino del país y con los chistes de Lantigua, tan ingenioso como siempre. “¡Eso es talento!” Le gritaron mientras recitaba a Luisa, así que leyó más despacio, el hombre…
El día siguiente amaneció espectacular. El cielo lucía azul pese a la calima que nos comía el alma y nos resecaba las narices. El paseo de Las Canteras fue el escenario de fotos, caminatas kilométricas y sobredosis de vitamina D que todos menos la escritora disfrutamos. La artista del grupo no quería caminar más, solo quería comer, así que cansados de oírla llorar le pusimos el mejor Biberón de Las Palmas, el de la Calle Westerling.
Allí nos sentamos con la ilusión de que Luisa comiera a gusto y se le pasara la perrera. Y lo conseguimos. El camarero nos cantó las cuarenta en copas, nos sirvió todo lo que le pedimos (que no fue poco) y lo más importante, le puso a la escritora una bandeja de croquetas sin gluten que casi le saltan los ojos de las cuencas, y que la hicieron exclamar de emoción al verlas: “¿son todas pa’ mí?”. Y sí. Eran todas pa’ ella. Y pa’ nosotros, ropa vieja, longorones, ensaladilla… buff… una jartada en toda regla. Y casi nos sale gratis, encima, porque al pedir la cuenta, aquel muchachito, que era hermano de una celíaca y que trabajaba para un señor con una hija alérgica al gluten (cosas de la vida), nos espetó: “¿la cuenta?, ¡échense a correr”! ¡Mi niño! Era la alegría de la huerta el muchachito, hasta una foto se sacó con nosotros. Eso sí, menos mal que insistimos en pagar, porque parece que era una broma y nos hubiera caído atrás con un bate de béisbol…
Tras otra siestita bien disfrutada, llegó la hora de subir a Arucas, donde celebraríamos la segunda y última presentación del grupo. Pedimos un taxi para seis y puntualmente acudió al hotel. Todos nos abalanzamos a ponernos cómodos en los asientos traseros menos Luisa, que como no llevaba dinero en metálico se vio obligada a sentarse delante y a quedar a cenar con el taxista (menos mal que conseguimos que se quedara a comer con nosotros tras la presentación y le dio plantón al señor). La hubiéramos echado de menos. Además, uno nunca sabe, estos canariones, si están sin vacunar del Chicharro, no sabemos de qué son capaces… Así que comimos más cosas, si cabe, que al mediodía, con un fabuloso Ramón Bilbao que regó las copas de todos los comensales (hasta el pantalón vaquero del cantautor bebió, aunque él no dijo ni “mú”, porque es más educado…).
Y volvimos al hotel. Otro taxi de seis plazas -que no trabajaba ese día-, pero que apareció por ser nosotros, nos devolvió al lugar de descanso. Y allí sucedió algo que nadie imagina, pero que aquí dejaremos constatado debido a su trascendencia: Emma aprendió a hacer un bizum. Así, a corazón abierto. Bueno, no consumó aquella noche por un error de conexión (nótese la ironía), pero al día siguiente, ya en el aeropuerto de vuelta a casa, sí. ¡Momentazo, chiquilla! Desde aquello, Emma es otra mujer, más segura de sí misma, incluso de su outfit (le queda pendiente llevar la gabardina al tinte, solamente). Ay Emma, glamour hasta durmiendo… te queremos.
Y bueno, como no nos sacamos la lotería porque no teníamos edad para comprarle al lotero de Gando, decidí proponerle al grupo prepararnos un disfraz de carnaval vestidos todos de décimos de la Once, a ver si le salen premiados a Candelaria, que siempre se queda “rascada”. Mi idea era salir con ellos de parranda el martes de carnaval, después de la tertulia, pero no pudo ser porque no tuvimos reunión por culpa de los Carnavales… (mi cabeza…) Iba a venir incluso el hada madrina de Carlos, que había pedido unos días de asuntos propios de manera excepcional para ir a la Gala Drag con nosotros. Pero todo quedó en nada. Ella, de todas maneras, hablando conmigo por teléfono, me pide que les dé un abrazo a todos, en especial a su descarriado chaval, el más chico de los Chico. Pues eso es todo, amigos. Espero que hayan enterrado bien a la sardina, porque ya no queda pescao ninguno que vender. Que la cuaresma les sea leve. ¡Hasta la próxima!
Rosa Galdona
RECUERDOS CARNAVALEROS
Santa Cruz en carnaval
resplandece de alegría,
y me hace recordar
otros tiempos de mi vida.
En mis primeros recuerdos
los paseos con mis padres,
recorriendo los lugares
de disfraces y de cante.
Por la calle del castillo
las murgas con sus desplantes,
esos que no quería
que yo escuchase mi padre.
Y tras aquella esquina incierta
llegan sonidos cambiantes,
algún grupo divertido
nos alegra con su cante.
Siguiendo con los recuerdos
llegan los primeros bailes,
ritmo, color y alegría
arropado con disfraces.
El Parque Recreativo
ese que echamos al traste,
siempre fue escenario vivo
de amores y de desaires.
Luego llegan sin pudores
los bailes a pie de calle,
las orquestas inundaron
las plazas con gran donaire.
El gentío reunido
inundó por fin las calles,
bailando cual poseídos
desde el sábado hasta el martes.
Bailan sin poder parar.
¡Se les enciende la sangre!
Santa Cruz en Carnaval,
ya es la fiesta del desmadre.
Y yo me voy alejando
allá donde no haya nadie,
y atesoro en mis recuerdos mis disfraces y mis bailes.
Luisa Chico