Hoy vamos a recordar aquellos cuentos que llegaron a nuestras manos con una forma y estructura totalmente distinta al formato de libro común en las librerías, los denominados cuentos troquelados.
Descubrí estos pequeños ejemplares con apenas cinco años, generando en mí un interés añadido. Su estilo recortado a la forma del dibujo de la portada, con un pequeño texto en cada página y sus lindas ilustraciones los hicieron, si cabe, más atractivos que el resto de mis cuentos y con ellos concebí otra forma de leer un relato.
Caperucita Roja, Los tres cerditos, La ratita presumida, Blanca Nieves y los siete enanitos, Maruca la castañera, Elena la enfermera…
Como todo, estos libros han sufrido una gran evolución, llegando a nuestros días como libros móviles o libros tridimensionales, con pestañas que se levantan, imágenes que se deslizan, e incluso figuras emergentes que sorprenden al lector.
Indagando en la historia, el primer libro de estas características data del año 1306 y se trataba de un libro astrológico para ilustrar el movimiento de los planetas. Si bien al principio estaba encaminado a un público adulto, es en el siglo XVIII cuando se comienza a aplicar en el campo del entretenimiento de los más pequeños.
En España, los primeros ejemplares de cuentos troquelados son publicados por las editoriales Vilmar, Toray, Cobas, Semic, Vergi, Testa, …
Y muchas de ellas, a razón del alcance de la demanda de los mismos, siguen reeditando esos pequeños volúmenes, como es el caso de la editorial Memory Ferrándiz cuyo diseño, fabricación, impresión y distribución se realiza en España.
Cabe destacar también a los ilustradores de este país que dieron vida a estos libros, considerados hoy en día como clásicos, tales como Joan Ferrándiz que en la década de los años 40 comenzó la publicación e ilustración de cuentos, a los que poco tiempo después les dio su característica forma troquelada.
Otra gran ilustradora fue María Pascual, la cual destacó en la década de los 60 y 70, y que adaptó con sus dibujos los cuentos clásicos de Andersen, Perrault o los hermanos Grimm.
Cabe reseñar que hubo muchas mujeres que se dedicaron a la ilustración literaria, como Purita Campos, Juanita Bañolas, Carmen Barbará o Trini Tinturé, que llevaron al género de los cuentos a un nuevo nivel de modernidad.
Si bien hoy tenemos la suerte de conseguir una gran variedad y cantidad de estos ejemplares en todas librerías tanto a nivel nacional como internacional, en la época de mi niñez esos pequeños cuentos eran tesoros codiciados y llegaban a nuestras manos como regalo de cumpleaños o bien en el esperado día de Reyes.
Por eso quiero, para finalizar, destacar la importancia y relevancia que tuvieron en la infancia de las generaciones que crecimos leyendo y releyendo sus coloridas páginas.
“Un buen libro no es aquel que piensa por ti, sino aquel que te hace pensar”
James MCSoch
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