EL BAILE DEL TAMBOR
Mucho se ha hablado y se conoce del Baile del Tambor de la Gomera. Existe numerosa documentación sobre ello, pero he elegido hacer esta recopilación de El Tecina por estar más actualizada y porque de forma sencilla podemos tener una idea general de lo importante de este baile para nuestro patrimonio cultural.
El origen del Baile del Tambor es incierto, hay autores que suponen que es un baile pastoril traído de La Península Ibérica, otros autores señalan paralelismos con el baile del pandero de los vaqueiros asturianos, otros creen que son manifestaciones musicales de ciertas tribus del norte de África, …
El Baile del Tambor es uno de los emblemas culturales de la isla de La Gomera. Una danza que preside los momentos más importantes de muchas generaciones de gomeros estando presente en la actualidad en fiestas y romerías.
Es una manifestación folclórica única en el mundo hispánico, un canto y una danza ancestral, en el que se combinan el cantar de los romances con la danza de las filas enfrentadas, propias de la música y coreografía canarias, como ya vimos en las anteriores secciones cuando hablamos del Sirinoque y el Canario.
Los romances son poemas que cuentan una historia completa en versos, teniendo como protagonistas hechos históricos y el acontecer propio de la isla, es decir, venturas y desventuras.
Llegan a Canarias con los conquistadores en el siglo XV, época de máximo esplendor del romancero en la Península Ibérica, y ha pervivido en La Gomera hasta la actualidad gracias al arraigo de la manifestación cultural en la isla. El prestigioso catedrático de Filología Española en la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, Maximiliano Trapero, considera a La Gomera como el lugar más importante del mundo hispánico en cuanto a conservación del romancero tradicional que sirve de letra al toque del tambor.
El Baile del Tambor consiste en un baile mixto, que presenta una fila de parejas enfrentadas. Es una danza agitada al ritmo de tambores y chácaras, éstas son instrumentos de percusión huecas, generalmente de madera de moral, que se atan a cada mano y producen un sonido muy peculiar.
El elemento más característico del baile es la “mudanza”. Consiste en la forma del baile, es decir, en los distintos pasos básicos que permite a cada persona expresar libremente lo que siente, propiciando que el Baile del Tambor sea un baile cambiante y dinámico. La monotonía rítmica la vencen los bailarines inventando mudanzas o pasos. Es un baile muy respetado en las islas, y hoy día algunas “mudanzas” conservan el nombre de la persona que en su día las creó, incluso antiguamente podía reconocerse el pueblo al de procedencia del bailarín por la mudanza que interpretaba.
El baile comienza a pie firme. Debe haber un número suficiente de tambores, respondedores o coro y, en menor medida chácaras. Un romanciador o solista entona un pie o pata de romance (estribillo) improvisado, y lo repite dos o tres veces hasta que el resto lo aprenda. Una vez que el coro contesta bien su pie comienza el romance, y entonces es cuando comienzan a sonar las chácaras y se van incorporando los “bailaores”, de forma progresiva.
El tocador de chácaras más atrevido saca a bailar a una mujer y el resto hace lo mismo o bien observa las mudanzas. El relevo se hace acercando la chácara a la altura de la cintura del que baila gritándole ¡voy! El primer “bailaor” cede el puesto, si no lo hace se considera un desprecio. La mujer nunca puede ser relevada. Si se retira es para abandonar. Durante el baile la mujer va entonando las diferentes mudanzas al hombre y éste debe imitarlas.
Los “romanciaores” se van turnando de acuerdo con la extensión del romance o del cansancio. El que canta repite el pie o paso para indicar el cambio. El baile dura hasta que se acabe el romance
El Baile del tambor constituye una maravillosa forma de expresión de la espiritualidad y de las emociones de la sociedad gomera, una sociedad que se siente orgullosa de sus orígenes y de todos sus símbolos de identidad, al igual que todos los canarios.
