TYCHO, TINA Y SUS AMIGOS

 

TYCHO, TINA Y SUS AMIGOS

                A San Francisco de Asís.

                A Julia y Adrián, en su niñez y a todos los niños del mundo.

Estaba Tycho jugando en la laguna, cerca del manglar, donde vivía ahora con sus padres. Ya era tarde. Su amigo Nenúfar le acompañaba cuando oyó una conversación entre mamá, papá Huyuyo y Torcaza Cabeciblanca, quién decía quejosamente: Ustedes saben mejor que nadie que nosotros, para asegurarles el palmiche a los pichones, no comemos el palmiche de la zona con el fin de que a ellos no les falte y, a veces, volamos grandes distancias. Pero ¿ahora qué haremos?

-Explícate mejor -le pidió mamá Huyuyo.

-Pues nada, que hoy, al amanecer, vinieron unos camiones cargados de hombres, se subieron en las almas y acabaron con todo el almiche. Además, por si fuera poco, destruyeron todos los nidos de choncholí que allí había.

Ilustración de Aliki Caudevilla

-Los hombres están agotando nuestros recursos naturales y lo peor del caso es que se están afectando al mismo tiempo a ellos mismos- sentenció Papá Huyuyo.

-Efectivamente -aseveró Torcaza Cabeciblanca- la especie humana se ha convertido en el principal enemigo de la naturaleza.

A Torcaza Cabeciblanca también se la conoce en el monte cubano como Torcaza Moñiblanca. De mediano tamaño, sus plumas son grisáceas, de patas de color rojo. Se alimenta de palmiche, fruto de la palma real, el árbol nacional de Cuba. En época de cría, los padres no consumen el palmiche de la zona. Para ello, vuelan grandes distancias con el fin de procurarse alimentos en otras zonas. Todo esto era de sobra conocido por mamá Huyuyo, quien, muy preocupada, le preguntó a Torcaza Cabeciblanca: ¿Qué harán ahora?

-Emigrar hacia otra región, aunque corramos el riesgo de que algunos pichones mueran -respondió Torcaza Cabeciblanca y se marchó, no sin antes despedirse.

Aquella conversación dejó huella en Tycho que, a partir de ese momento, se preguntaba en voz alta:-¿Y nosotros? ¿Tendremos comida? ¿Y si a esos hombres le da por matarnos para alimentarse?

Mamá Huyuyo, que escuchaba a su hijo, se le acercó para conocer bien  su preocupación. Él no le quiso decir nada, pero ella, con como madre, tal vez comprendió: No te aflijas. Tenemos que defendernos de los humanos, aunque no todos son malos, hay quienes aman a la naturaleza, pero para aquellos que no les importa debemos entrenarnos para estar preparados.

-¿Qué es eso de entrenar, mamá?

-Te enseñaré cómo debes defenderte de esos hombres con escopeta que pueden venir a matarnos.

-Mamá, ¿qué podríamos hacer para que entendieran que es el error que están cometiendo? -preguntó Tycho con tristeza.

-No sé, no sé..., aunque te aseguro que existen niños y hombres que saben cuidarnos y preservar a la naturaleza.

Mamá y papá Huyuyo comenzaron a enseñarle a escapar al menor ruido, al tiempo que le advirtieron: Nunca te olvides de que vivimos en una laguna donde casi todos los árboles son espinosos, eso sirve de obstáculo ante cualquier ataque. Además, aquí estamos muchos de nosotros, que nos defenderemos siempre unos a otros y juntos venceremos. ¡En la unión esta la fuerza!

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, preocupado por todo lo que había sucedido, Tycho visitó a su amigo Nenúfar y le explicó que quería ir a buscar ayuda entre sus amigos del monte y del manglar, pero que estaba esperando un momento oportuno para escaparse de sus padres. Nenúfar le aconsejó que tratara de que no le cogiera la noche fuera de la laguna.

A Tycho, de tanto correr por los senderos, le dolían las paticas, así que se tomó un descanso. Cerca había un charco, bebió agua, estaba entretenido cuando oyó unos ruidos, se quedó muy quieto y silencioso. Entonces se fue aproximando lentamente hasta el montecillo cercano de donde provenían los ruidos. Tycho se percató de que se trataba de tres muchachos que estaban al lado de un Cupey.

Era un trío de revoltosos, pero amantes de la naturaleza. Por ellos, supo que acostumbraban, al terminar las clases, a dar un paseo por la laguna para contemplar a los animales del monte. Ese día estaban tratando de atrapar a un cartacuba cuando fueron escuchados por Tycho.

-Te digo que sí, Tina, que vienen el domingo a cazar y a matar cuanto pato encuentren, yo los oí. Estaban hablando con papá -explicaba Guacho a la niña.

-Vamos a ver si pueden. Estamos en época de veda y en esa Laguna donde habitan los huyuyos hay otras aves cuya caza está prohibida. Nos uniremos y lo impedirnos -replicó Tina- No lo podemos permitir -enfatizó.

-¿Y qué se te ocurre?

-No lo sé, pero algo haremos...

-Vamos a ver si pueden. Estamos en época de veda y en esa laguna donde habitan habitan los huyuyos hay otras aves cuya caza está prohibida. Nos uniremos y lo impediremos -replicó Tina-.

No lo podemos permitir -enfatizó.

-¿Y qué se te ocurre, hermana?

-No lo sé, pero algo haremos.

Tina, preocupada bajó la cabeza. De repente, escuchó un ruido procedente de un lugar no muy lejano. Buscó con la mirada en los alrededores y descubrió a Tycho tratando de esconderse entre las pocas ramas de un arbusto. Se puso en pie y corrió en dirección del Huyuyo, que se le había escabullía.

Tycho, asustado, le gritó: ¡No me hagas daño!, yo sé que ustedes protegen a los animales, por favor, ayúdame a protegernos de esos cazadores.

Tina, sorprendida, se frotó los ojos para cerciorarse de que aquello no era un sueño. ¿Se estaba volviendo loca o acababa de escuchar hablar a un pato? Pero sonrió, demostrando así su amistad al original visitante y, después de entender lo sucedido, le prometió ayudarle. Sin perder tiempo, fue a contarle lo sucedido al resto del grupo.

Una vez reunidos, Tina planteó la necesidad de adoptar medidas urgentes con respecto a los acontecimientos que se avecinaban para el domingo. Marcelito protestó enseguida porque ese día había quedado para ir a jugar a la pelota con sus primos, a lo cual Tina, muy, muy enfadada, respondió: ¡De ninguna manera! Aquí hay que proteger esa laguna cueste lo que cueste. Sin discusión, ¿de acuerdo?

-Bueno, estamos hablando mucho, pero no hemos concretado nada de lo que haremos. -intervino Tina- Se me está ocurriendo una idea genial que después les cuento, vamos caminando que ahorita anochece.

Tycho, por su parte, fue a avisar a su amiga  Greta, la mariposa del monte cubano. Ésta al lo, se extraño: ¿Qué te trae por aquí Tycho?

Él le contó lo sucedido, también le comentó que andaba en busca de ayuda. Al terminar de escucharle, la mariposa se comprometió con él en avisar a los judíos para que se reunieran a la entrada del sendero que conducía cala laguna. Eso era determinante, por algo los llamaban los guardianes de los campos de Cuba. Y, de esta manera,Tycho y los suyos estarían avisados.

Ya estaba anocheciendo cuando Tycho se despedía de su amiga la mariposa y emprendía el camino hacia la laguna. Iba de retirada, dando saltos de alegría esperanzado de que todo saldría bien el domingo con la ayuda de sus amigos.

Ya en horas altas de la noche, Tycho pensó que su amigo Nenúfar estaría intranquilo. Tycho decidió hablar con sus amigos los cocuyos y las luciérnagas para que la acompañarán en el camino de retorno y con sus lucecitas le alumbraran el sendero. Así llegó a su destino y dio las gracias a sus farolitos provechosos.

Por su parte, Nenúfar, que no había podido cerrar sus pétalos porque estaba esperándolo, al verlo llegar de esa forma, le preguntó: Tycho,¿por casualidad has visto a un fantasma?¿Te persiguen los hombres con escopetas?¡Di algo!

Nuestro amigo, después de coger resuello, le explicó a Nenúfar todo lo ocurrido. Ambos amigos llegaron a la conclusión de que sólo quedaba esperar hasta el domingo. 

Y el domingo llegó. Tina y sus compañeros amanecieron en la laguna colocándose en posiciones estratégicas. Los judíos no se quedaron atrás. Se ubicaron en los árboles que estaban alrededor del agua cuando, de pronto, el monte quedó paralizado, pues se escuchó un ruido conocido por todos los animales: eran los camiones que traían a los hombres.

No tuvieron tiempo de nada. En cuanto se bajaron con las escopetas, Tina y sus amigos se hicieron sentir. Las piedras comenzaron a sonar. Por su parte, los judíos con su chillería ensordecieron a los hombres, a quienes no les quedó más remedio que regresar por donde mismo vinieron. 

El monte respiró aliviado. Por esta vez, muchos se salvaron.

Tina y sus amigos se acercaron a la laguna y, entre risas y alborotos, niños  y animalitos agradecieron a la naturaleza el valor de una amistad.

GLOSARIO:

-Cartacuba:ave endémica de Cuba.

-Choncholí: pájaro de plumaje muy negro y pico encorvado, que se alimenta de semillas e insectos. 

-Cocuyos: insectos coleóptero de América tropical, de unos 3 centímetros, pardo y con dos manchas amarillentas, por las cuales despide de noche una luz azulada bastante viva.

-Cupey: árbol alto que da unas flores blancas, con el centro amarillo, y los pétalos algo rosados, muy bellos y grandes.

-Greta: comúnmente llamada «mariposa de cristal» o «espejito», pues sus alas son transparentes.

-Judío: ave de color negro brillante. Se le conoce en el monte cubano como «guardián de los campos de Cuba» porque ante la presencia de cualquier intruso lanza un fuerte grito que no cesa hasta que haya pasado la alarma.

-Luciérnaga: insecto coleóptero, caracterizado por su capacidad de emitir luz (bioluminiscrncia).

-Manglar: terreno pantanoso formado por muchas islas bajas, donde crecen los árboles que viven en el agua salada. 

-Palmiche: fruto de la Palma real, árbol de tronco muy delgado, de unos seis metros de altura que, por su belleza, su abundancia, su utilidad y por estar representado en el escudo nacional, fue elegido como árbol nacional de Cuba. -Torcaza Cabeciblanca: paloma grande, de color gris oscuro. Tanto el macho como la hembra tienen una corona Blanca en la cabeza que llega hasta los ojos y el pico. 

Ilustración de Aliki Caudevilla

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