KHALIL GIBRAN
El poeta del exilio
Corrían los años ochenta y me encontraba estudiando en el instituto Andrés Bello de Santa Cruz de Tenerife cuando llegó a mis manos, en forma de regalo, un pequeño libro de color dorado viejo y con un precioso dibujo de estilo oriental en su portada. Su autor era, hasta ese momento, un desconocido para mí.
Se trataba de KHALIL GIBRAN y el ejemplar se titulaba EL VAGABUNDO. Según comencé su lectura inicié el viaje hacía un nuevo mundo literario, donde los pequeños relatos rebosaban una inmensa sabiduría y amor, revelándome entonces que con pocas letras y un gran mensaje, se podía tocar el alma y hacer soñar a la esperanza.
Al terminar aquel libro, decidí pasarme por la librería ELISA que se encontraba en la calle Simón Bolivar y adquirí otros cuatro pequeños volúmenes del mismo autor: Los secretos del corazón, El loco, Alas rotas y Pensamientos y meditaciones. Me los leí todos en un par de tardes, pero no fue la única vez, ya que a fecha de hoy he perdido el número de veces que han sido acariciados por mis manos y escudriñados por mis ojos.
Sus hojas están amarillas por el paso del tiempo, pero las palabras que se esconden en ellas y la forma tan delicada y especial al tratar temas como el amor, la espiritualidad y las relaciones con los demás, pueden transpolarse perfectamente al siglo XXI y conectar perfectamente con las nuevas generaciones buscadoras de ingentes y reconocidos autores.
Y como era lógico, en una lectora como yo, tuve que indagar en la vida de su autor y directa a la biblioteca, rescaté por fin su vida y obra.
Yibrán Jalil Yibrán, nació el 6 de enero de 1883 en el Líbano y emigró con su familia a los Estados Unidos, pero el legado que le inculca su abuelo los años previos a su partida lo marcarán hasta el punto que ya desde muy pequeño decantó como artista pictórico y como escritor.
Fue un incasable viajero y se impregnó de la cultura, de las gentes, de las costumbres con las que convivió durante sus diferentes estancias en Boston, en París, en Nueva York… Todas esas experiencias vividas desempeñaron un papel muy importante a la hora de forjar una filosofía propia que quedó reflejada en cada una de las líneas de sus libros.
Su necesidad de escribir y comunicar lo llevan a implicarse activamente en diferentes revistas culturales a nivel europeo y norteamericano y es en esos momentos de su fructífera carrera cuando por fin sale a la luz el libro EL PROFETA, que lo convertiría en uno de los poetas mundiales más leídos y traducidos.
Para desgracia de sus lectores y lectoras falleció muy joven, a los cuarenta y ocho años en la ciudad de Nueva York, arropado por los brazos de la mujer a la que amó toda su vida. Posteriormente sus restos fueron repatriados a su amado Beirut, donde descansa.
Declarado poeta, pintor, novelista y ensayista, es conocido en el mundo literario como el poeta del exilio.
Hoy mis memorias con historia han viajado a mi adolescencia, a esas lecturas en las que descubres que hay cosas maravillosas que pasan por algo y que no te dejan para nada indiferente.
Destacar que sus palabras me ayudaron en muchos momentos de mi juventud, me acompañaron en la madurez, pero sobre todo me dieron la fuerza para empezar a escribir y convertirme con los años en lo que soy ahora, una humilde escritora.
Termino este artículo con mi modesto homenaje a este poeta universal, compartiendo con ustedes del libro EL VAGABUNDO, publicado en el año 1932, el relato DOS POEMAS, para que quien lo lea extraiga la enseñanza que nos quiere transmitir.
DOS POEMAS
Varios siglos atrás, camino a Atenas, se encontraron dos poetas y les alegró verse.
Uno de ellos le preguntó al otro: -¿Qué has compuesto últimamente, y cómo suena en tu lira?.-
El otro poeta respondió con orgullo: -Acabo de terminar el más grande de mis poemas, quizás el más grande poema que se haya escrito en Grecia. Es una invocación a Zeus Olímpico.-
Entonces extrajo de abajo de su capa un papiro diciendo:- Helo aquí, lo llevo conmigo y desearía leértelo. Ven, sentémonos a la sombra de aquel ciprés blanco.-
Y el poeta leyó su poema. Y era un extenso poema.
-Es un gran poema- dijo el otro poeta amablemente- Vivirá a través de los años, y en él serás glorificado.-
-Y tú, ¿qué has escrito durante estos últimos días?-. preguntó con calma el primero.
-He escrito poco -respondió el otro.- Sólo ocho líneas en memoria de un niño jugando en un jardín.-
Y recitó sus líneas.
-No está mal. No está mal.- comentó el primer poeta. Y se separaron.
Y hoy, luego de dos mil años, las ocho líneas del poeta son leídas en todos los idiomas, y son amadas y apreciadas. Y aún cuando el otro poema ha vivido también a través de los años en librerías y en los textos escolares, y a pesar de ser recordado, ni es amado ni leído.
Gracias por tanto…