¡Qué magnífica herramienta es el arte escénico para diseccionar la sociedad de la época que nos ha tocado vivir!
Tomar conciencia de los vicios y errores individuales o comunes a grupos sociales; hacer hincapié en las formas de ser y comportarse de determinados individuos o conjunto de ellos; incidir en ideologías, regímenes políticos o teorías que se consideran equivocados por absurdos o abusivos; y realizar una crítica constructiva a través de la ironía y la caricaturización para, con esa realidad exacerbada, resaltar aquello que es rechazable o mejorable en pro de una convivencia más justa y equitativa.
Así nació hace siglos la sátira como forma literaria aplicable a la narrativa y a la poesía y, por supuesto, al teatro.
La sátira es un subgénero literario que emplea un tono sarcástico para lanzar un mensaje crítico mediante el humor. El objetivo de la sátira es realizar una burla o hacer una crítica sobre un acontecimiento social, una persona, una obra de arte, etc. y conseguir, no solo divertir, sino tener un efecto moralizador y ejemplarizante.
El origen de la sátira se encuentra en la Antigua Grecia, en concreto, en la poesía yámbica, conocida desde el siglo VII a. C. Era originariamente cantada, pero su música se redujo después a un simple acompañamiento que servía de apoyo a la recitación. El nombre se relaciona con la sirviente Yambe, quien intentaba hacer sonreír a su señora Deméter, una diosa triste. En el siglo VII a. C. algunos poetas griegos empezaron a emplear la sátira para lanzar una crítica burlesca a la sociedad de su época; algunos de los nombres de estos poetas satíricos de la Antigüedad son Aristófanes y Semónides de Amorgos. Ellos crearon el precedente de este subgénero que, años más tarde, fue seguido por otros autores latinos de renombre como Horacio, Séneca o Marcial y algunos humoristas romanos como Cayo Lucilio
En la Edad Media nos encontramos con que la sátira aparece en todos los géneros literarios como la novela, el teatro, los ensayos, los cuentos, etc.
Grandes cultivadores de la sátira a partir de la Edad Media fueron los españoles.
Ejemplos de ello son:
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (c. 1283-1350), cuya obra es considerada entre las más importantes de la literatura medieval española, fue el primero en usar propiamente la sátira para criticar la influencia del dinero que ya empezaba a trastocar la sociedad feudal de la época.
Miguel de Cervantes (1547-1616), máximo autor de la tradición española, es célebre justamente por una sátira de las novelas de caballerías: El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha.
Lope de Vega (1562-1635), gran exponente del Siglo de Oro, conocido por sus sátiras contra su rival Góngora, de quien se burló con el poema “A una nariz”.
Ramón del Valle Inclán (1866-1936), poeta modernista y creador del estilo novelístico denominado “esperpento”.
Conviene aclarar que el género satírico no es exclusivo de la literatura, sino que también lo utilizan la ilustración, el cine e incluso la música.
Uno de los escenarios preferidos de la sátira es el mundo de la política. Un ejemplo lo tenemos en la película “El gran dictador”, de Charles Chaplin, estrenada en 1940 y donde se burla de Hitler y del fascismo europeo.
En la actualidad, la comedia satírica sigue siendo un recurso para la crítica social.
Hace unos meses tuve la oportunidad de ver una obra de teatro que encaja maravillosamente en este género: RATAS, que expone a nuestra sociedad actual a un estudio autocrítico, sincero y rotundo.
El argumento se resume así: Un comando del Ratriarcado de las RATAS, ubicado en la cloaca de una gran ciudad, conspira para acabar con la humanidad y, de esta manera, ocupar su lugar en la pirámide del poder. Desde que en siglo XIV sembraron la peste no han conseguido dar un buen golpe y las Murciélagas están tomando ventaja con el covid-19. Es una buena idea, el problema es que son medio lelas.
En el Teatro Víctor Jara, en Vecindario, RATAS hizo disfrutar y reflexionar a los espectadores. Una obra divertida, ágil y satírica en la que esos animales, desde las cloacas en las que viven, son el reflejo de los vicios y virtudes de la raza humana como si en un espejo se mirara. Se aluden temas de siempre y de candente actualidad como la injusticia social, la homofobia, el edadismo, la identidad de género, el abuso de poder, la experimentación con animales en laboratorio, el COVID, el confinamiento, la manipulación de la información, los nacionalismos, la discriminación por sexo, el acoso laboral, la religión…
Por otro lado, hay que destacar la particularidad de que ese mundo suburbano es al revés que el que hemos vivido sobre la superficie con el patriarcado, pues el sexo dominante es el femenino y son los machos de la especie los que piden igualdad y equidad. El lenguaje va en consecuencia con estos hechos, lo que le añade un toque de originalidad y chispa a este estupendo guion, cuya autoría es de Tavi García. La producción corrió a cargo de La Inesperada Producciones e inspirada en la afamada novela Rebelión en la granja, de Orwell.
Magníficas escenografía e interpretación que fue aplaudida en pie al finalizar la obra por el numeroso público de la sala.
© Ina Molina