"Quisiera ser barca para llevarte a un horizonte incierto y esperanzador a un tiempo; pero me quedé aquí donde siempre, a esperarte por si vuelves.
Tus alas ya crecieron y aprendieron a volar casi sin darme cuenta; y yo me quedé aquí, donde siempre, a esperarte por si regresas.
Mañanas marchitas me dejaste que necesité llenar con cosas sin importancia, como ordenar tu armario, vacío de tantas cosas y lleno de nada.
Paseo por la casa, ahora silenciosa de ti, recordando tu sonrisa, tus pataletas, las “pintadas artísticas” en las paredes del pasillo, los “cochitos” guardados en el armario de la cocina, seguramente cambiados por el trozo de bocadillo que apareció dentro del armario o debajo de la cama. Voy caminando y me tiras de la falda o me tocas el hombro, o a veces me coges del brazo y también, en muchas ocasiones, siento tu abrazo cargado de sentimientos y de amor. Y tantas otras cosas que llevan tu olor y tu voz, primero infantil y que se fue convirtiendo en la de joven casi maduro.
Bajo a la playa y te contemplo jugando con las conchas y formando con ellas dibujos sobre la arena. Sí, aquellas que juntaste con un cordón y me regalaste un día de mi nuevo año de vida. Hijo, se me quebró el corazón de ternura; corazón que se ha quedado quebrado para siempre.
Te fuiste por los caminos del mar, ahora aumentado con mis lágrimas, casi sin decir adiós y pienso si llegaste a tu primer destino o si paseas por los jardines de algas que existen en ese mundo transparente, donde las cosas toman otras dimensiones y donde el tiempo no existe.
Espero una carta que no llega, para saber que otra tierra te acoge y que la vida continúa allí donde te transportaron tus sueños.
Seguiré esperando hasta que el camino se acabe para mí, pues quizás nos abracemos de nuevo y puedas contarme tantas cosas vividas".
Este relato lo encontré, entre otros muchos, mientras recogía las pertenencias de mi abuela que acababa de fallecer. Estaba en un cuaderno canelo que en ocasiones le vi entre las manos. Escrito con una letra, como bordada en sus hojas, que me hizo pensar en cuantos sentimientos y amor se encontraban entre estas páginas.
Por lo que ella me contaba un hijo suyo, mi tío Gabriel, marchó un buen día en un barco, creo que de polizón, a buscar fortuna. Nunca regresó.
Creo que estos pensamientos escritos eran para él. Cuando murió abuela quiso que arrojaran sus cenizas al mar para encontrarse con su hijo en el jardín de las algas, en ese mundo en el que se detiene el tiempo y se encuentra la paz.
La canción “Magua para una habanera” es una habanera cuya letra es de mi autoría y la música es del gran músico Francisco González Tacoronte. Fue presentada por primera vez en julio de 2015 en el certamen de habaneras de Santa Cruz de Tenerife, obteniendo con ella el segundo premio de interpretación.
Les dejo un link más abajo con la canción interpretada por la Parranda Nijota y que forma parte de su segundo disco “Camino andado”. Los solistas son José Ángel Sosa y Matale Arozena.