Son muchas las veces que dije, te lo dije, esas veces siempre generaron daño, indudablemente al receptor y a mí por el sentimiento de frustración que sabiéndolo no pude hacer nada, sólo recoger al ser que amas entre lágrimas, las suyas por el proceso de desencuentro y desarmonía y las mías por el dolor de la impotencia de no haber sabido llegarle y aportar esa percepción distinta, para que dilucidara que era lo que realmente quería, son muchas las veces que metí la pata, por intentar desde mi humilde visión que no la metieran, menudo error, que me llevo años descubrir, que eso no era capacidad de liderazgo, sino usar el liderazgo para elegir por los demás, que eso no era respeto, sino todo lo contrario, imponer mi visión de las cosas por más loables que están fueran. Eso me enseñó mucho, me enseñó que ciertamente tenía esa capacidad de observación de anticiparme antes de que eso ocurriera, me enseñó que las personas gracias a eso que vivían aprendían por sí mismas, me enseñó a no ser prepotente en mi acción y pensar que mi elección era lo mejor para él, cuando lo único que buscaba era evitar su dolor y el mío, por no querer que sufriera, me enseñó que el amor es respetar lo que cada uno tiene que vivir, me enseñó que la elección de lo correcto o incorrecto sólo le corresponde a quién lo vive, me enseñó que si tenía esa gran capacidad como los demás constantemente decían, la pusiera al servicio, pero no para imponer lo mejor para cada uno, sino para aportar la luz suficiente, las herramientas, de que se percataran, que si lo elegían, podía haber otra forma u otra manera, me enseñó que pretender imponer era pecar de soberbia, aun sintiendo desde mi percepción que era honorable mi pretensión, me enseñó a estar con mi mejor cara, mi mejor sonrisa, para poder decirles cuando llegaba el daño intenso, el dolor que dejaba la experiencia, tranquilo todo pasa, es un momento de dureza de la vida, donde te está mostrando algo que te hará más fuerte, más tú, quizás el cambio de percibirlo de otra manera, me enseñó que cada uno tiene que vivirlo, que no se puede ir en contra de su proceso natural, de su propio destino, me enseñó que la vida es esa causa y efecto, me enseñó a no decir más TE LO DIJE, sino muy al contrario, de aquí saldrás transformado, esto te hará conocerte aún más, te hará mucho más sabio, me enseñó a sentir que el dolor es lo que da Valor, me enseñó a usar de mejor manera mi talento y no intervenir en el otro por mi propia decisión, me enseñó a respetar que lo usara, sólo si el otro me lo pedía, aunque no fuera consciente de que me lo estaba pidiendo, me enseñó a esperar de mejor manera, para abrazarlo con intensidad después de la caída, me enseñó a no continuar y dejar ir, con la amabilidad del hermano que acepta con grado y satisfacción y no dejarme llevar por mi debilidad, de no querer que el otro sufra ese dolor que veía, me enseñó a marcharme sólo con el dolor de la despedida, pero sin el dolor de no haber entregado todo de mí, me enseñó que cuando el ciclo acaba, por amor hay que despedirse y continuar, para que ese ser y yo, sigamos creciendo y encontrándonos. A día de hoy, aun sabiendo todo esto, aun experimentándolo en mi constancia, sigo aprendiendo y preguntándome como puedo decir las cosas sin invadir el espacio del otro, sin influir en sus acciones, sólo ser una SUMA, ciertamente sigo aprendiendo, intentando aprender más rápido, para que ese mundo que recuerdo en mi corazón sea posible, el entendimiento de respetar el proceso de cada uno, aprender como ayudar de mejor manera, a que cada uno pueda disfrutar de la felicidad de ser LIBRE, por haberse encontrado...
A día de hoy, aún sigo siendo aquel niño, que quiere simplemente hacer sus sueños realidad o de su realidad un sueño
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