Las Palmas de Gran Canaria, a 9 de enero de 2024
Querida Ana:
Me alegra que al final te hayas decidido a venir a visitarme, al no poder ir yo a verte (queda pendiente ese viaje). Ha sido maravilloso volver a reír juntas, a la vez, sin ser a través de una carta o a través del teléfono.
Poder bañarnos en la Playa del Inglés en pleno invierno te ha sorprendido, pero es lo que tienen las islas, que son un auténtico paraíso y a veces no nos damos cuenta que estamos en él, y no disfrutamos lo suficiente de los paseos por el campo, de los baños en piscinas de piedra o en playas de arena, o incluso en visitar los pequeños campos, en estas fechas humedecidos algunos días de lluvia, lo que les da una imagen especial. Tu chico ha quedado asombrado, quizás porque hasta que no se llega a vivir en un lugar, aunque sea por unos días, no se llega a conocer bien, y le ha encantado el pescado que se puede comer en las islas, aunque su gran cara de asombro fue cuando en un solo día dimos la vuelta a la isla; no sé si Paul podría vivir en un espacio “tan pequeño”, como dijo.
Fue divertido brindar al finalizar el año, y dos veces, con la hora insular y con la hora de la Península, echar la alianza de prometidos en la copa de champán, y hacerle poner los calzoncillos rojos… Cuando se quedó un poco enchispado lo mostraba por la parte superior del pantalón, tirando de los calzones; me pareció muy divertido tu Paul.
Esta vez, en primavera, seré yo la que viaje a verte; hemos intercambiado las fechas, y quizás es mejor porque habrá mucho menos frío que ahora en invierno, y sabes que el invierno no me sienta nada bien.
En mes y medio nos volveremos a ver, ¿quieres que te lleve algo desde aquí? Quizás unos bizcochos de Moya o el rico ron miel que tanto gusta a quienes vienen de vacaciones.
Quedo a la espera de tu respuesta. Un abrazo fuerte, fuerte, como los que nos dábamos de niñas; no debemos perder esa costumbre. Tu amiga,
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