Retomo hoy esas historias de vida que garabateo para que siempre permanezcan en esas cosas que importan.
Blanca
Ha guardado bajo llave sus recuerdos. Las fotografías de hijos, de nietos, de viajes que la arroparon bajo un paraguas de ilusión.
Se lleva sus pálidas manos de pianista. Sus piernas que transitaron rápidas en busca de sueños y ahora van más pausadas, en un compás de violines y acordeones. Y que en esa lentitud la acompañan con un guiño de complicidad absoluta.
Se mueve ahora entre caras conocidas que se emocionan con otras cosas.
Recuerda por las tardes, aquellos paseos que daba por avenidas anchas y limpias. El aire que susurraba tangos en las esquinas donde se sentaban los amigos a ver pasar la tarde.
El viejo tocadiscos que sigue en la esquina de siempre. Los vinilos que esperan dentro de sus estuches a que ella, los saque lentamente, los limpie con cuidado y los coloque bajo la aguja para sentarse a escuchar las melodías que la hicieron perennemente mover las piernas y soñar.
Soñar con azules de cielos y de mar. Con rojos de esmeraldas y amapolas. Con exquisitos amarillos de amaneceres y de fruta fresca. Con los blancos grandiosos de la nieve en las cordilleras.
Sus historias van con ella. Allá dejó su casa llena de resquicios vividos. Hoy, habita otra distinta. Esa que la acoge ahora que han pasado los días, los años, y su espíritu necesita habitar una paz absoluta.
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