INTRODUCCIÓN
A lo largo de nuestras vidas, las personas estamos expuestas a vivencias que pueden causar un trauma emocional (divorcios, pérdidas de trabajo, enfermedades, muerte de un ser querido, etc.). Desde la psicología se puede observar el punto de inflexión que se produjo principalmente en los años 90 con las aportaciones del profesor Seligman. Este nuevo cambio de paradigma dio lugar al nacimiento de lo que hoy en día se conoce como «la Psicología Positiva». Bajo esta nueva condición se encuentran los estudios de la resiliencia, que nos aportan claridad a la hora de entender qué viven las personas ante situaciones difíciles, acercándonos al hecho de que las personas, familias y comunidades poseen capacidades para generar adaptaciones positivas ante las mismas. Además, este concepto nos aporta subir un peldaño más, en cuanto al hecho de que con la resiliencia podemos salir fortalecidos de los traumas vividos.
EL CONCEPTO DE RESILIENCIA
El origen etimológico del término resiliencia proviene del latín, «resilio», que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Dicho término ha sido adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanas y con éxito (Rutter, 1993). Dicho concepto ha ido ampliándose y modificándose a lo largo del tiempo.
ACTUALMENTE DEFINIMOS LA RESILIENCIA COMO
Las fortalezas que desarrollan o potencian las personas, familias y comunidades ante adversidades crónicas (ej. situaciones de pobreza, disfunción familiar...) o puntuales (ej. accidente, enfermedad, atentado terrorista, desastre natural...), siendo éstas, el resultado de los procesos que se generan de la interacción entre los factores de protección y de riesgo tanto individuales como ambientales (Mateu, Gil y Renedo, 2009).
El significado de resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología se añade algo más al concepto de resiliencia: no solo gracias a ella se es capaz de afrontar la situación de crisis, sino que también podemos salir fortalecido/a de ella.
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera que las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial. (El Padro Psicólogos, 2021)
Para las personas resilientes no existe “una muralla mental” y eso es importante. De hecho, este tipo de personas sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida de manera positiva.
Por lo tanto, ser una persona resiliente es aquella que camina en el proceso de adaptarse y superar la adversidad, saliendo fortalecida de la misma.
En este número de “Bajo un nudo en la garganta” quiero recomendar el libro “Reinventarse” del médico y escritor: Mario Alonso Puig.