Carlota de la Quintana: Primera mujer médica en Canarias.

Su nombre completo era Carlota María Angélica Carolina del Pilar Hungría de Fátima de la Quintana y López de Arroyave. Nació en Artenara, Gran Canaria, el 12 de agosto de 1909. Su padre, Emilio de la Quintana, es abogado. Su madre, Estefanía López de Arroyave, pertenece a la nobleza de Portugal y posee formación científica en Astronomía. Carlota es, por consiguiente, una rara avis en la Gran Canaria de la época: en su casa las mujeres sí reciben educación académica. Ese privilegio le permite ir a la universidad y estudiar aquello que le gusta.

Carlota de la Quintana se cría en su Artenara natal, donde destaca desde muy pronto como una joven muy válida para los estudios y también para el deporte. Con apenas 4 años aprende a montar a caballo y seguirá practicando la equitación hasta la increíble edad de 87 años.

“Con 15 años Carlota finaliza el bachillerato, que cursa en Las Palmas. Tiene claro que quiere seguir estudios superiores, pero no puede ingresar en ninguna facultad del país hasta que cumpla los 18, por lo que, entretanto, acude a la escuela de Magisterio, profesión que nunca llegará a ejercer. Cuando cumple la edad requerida se marcha a Madrid acompañada de su padre, con el que inicia un periplo en busca de la carrera que realmente le interese: prueba la Ingeniería, conocida es la anécdota de que renuncia a estudiar Farmacia tras una agotadora excursión a los montes de Toledo para recoger hierbas que la convence de que aquello no es su vocación… Los contactos de su padre en la sociedad madrileña le facilitan el acceso a la facultad de Medicina, aunque los colegas de Emilio le advierten de que a Carlota no le va a gustar aquel ambiente. Nada más lejos de la realidad: tras asistir a la disección de un cerebro en el paraninfo universitario, Carlota descubre entusiasmada su auténtica pasión. Única mujer que empieza entonces la carrera de medicina, será conocida por sus compañeros como «la niña de los ojos extraños» por el curioso tono de sus iris”[1].

Como era de esperar, Carlota vivió situaciones incómodas y discriminatorias por razón de su sexo en una Facultad eminentemente masculina. Tuvo incluso el hándicap de no poder asistir a las clases de Ginecología. Aun y con todo, a los 25 años había concluido la carrera y el doctorado. Gracias a su ventajosa situación económica y social siguió formándose en Alemania (donde estudia 9 especializaciones) y en Suiza (donde estudia 5 especializaciones más). En este último país conoció al que sería su esposo.

En los años 40 regresa a Gran Canaria y abre su primera consulta en la calle Canalejas de la ciudad de Las Palmas. Es madre por primera vez con 40 años, algo igualmente insólito para una mujer de su tiempo. Su marido fallece cuando sus hijas aún son muy pequeñas; la mayor apenas tendría 4 años. Pese a quedarse viuda y con dos hijas de corta edad a su cargo, Carlota de la Quintana, que nunca volverá a casarse, no sólo no abandona su carrera sino que continúa compaginándola con estudios e investigación que la llevan a Francia, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos…[2]

Sin embargo, Carlota no fue una mujer alejada de la dura realidad de su  época. Educó a sus hijas en la humildad y ella misma entregó su profesión al cuidado de los más desfavorecidos. Visitaba enfermos incluso en cuevas y suburbios de la ciudad donde otros médicos se negaban a acudir. A algunos enfermos no les cobraba. A otros, les daba los medicamentos. Trabajó para instituciones caritativas como la Casa del Niño. Es así como Carlota de la Quintana se ganó el apelativo de “doctora de los pobres”.

Firme defensora de la sanidad pública en España y vinculada a su implantación, Carlota aprueba su oposición en Madrid (fue número uno en la primera convocatoria) donde ejercerá varios años, entre las décadas de los 60 y 70, en centros públicos y privados (fue jefa de equipo del Sanatorio Esquerdo, centro de referencia en la atención de las patologías mentales en Madrid)[3].

Carlota de la Quintana se jubiló a los 78 años de edad y murió el 4 de septiembre de 2011, a los 102 años.


[1] Palabras de Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias.

[2] Ídem.

[3] Ídem.

Paletas y pinceles

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Artdeser - ESTEBAN RODRÍGUEZ

Reflexiones... y otros - LALI MARCELINO

Garabateando - ELENA PADRÓN

FRASES Y REFLEXIONES PARA AYER, HOY Y MAÑANA - ALBERTINE DE ORLEANS

Mi cuaderno de danzas - ISA HERNÁNDEZ

La magia del teatro - INA MOLINA

Amanece, que no es poco - ANGIE HERNÁNDEZ

Retratos de nuestros paisanos - JOSÉ LANTIGUA

Amar el amor - LANGE AGUIAR

El nido de la graja - EVA CASTILLO

El legado de los abuelos - TOÑI ALONSO

Desde mi balcón - JOSE LUIS REGOJO

Viajando por los versos - ROSA GALDONA

Alfarero de versos - EDUARDO GARCÍA

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