Cuando se ha vivido más de siete décadas, te das cuenta de que el mundo siempre está ahí, igual. Las diferentes etapas, con la gente que he convivido, me confirman que el pensamiento y la actitud es la misma. La lucha por los territorios, las religiones y la política, se convierten en puro egoísmo, a costa de lo que sea.
Mi paso por diferentes lugares hasta anclarme en mi residencia actual desde hace más de cuarenta años, fue bastante casual. Viví en cuatro sitios distintos, dentro de la misma isla. Conservo amistades de todos esos lugares donde residí, porque cultivar amigos es mi especial jardín. Comparando todas estas etapas, descubro que los niños siguen las directrices que sus mayores les marcan, que los valores se conservan siempre que se les transmitan, que las quejas son las mismas y que a través de frases hechas, como por ejemplo: "el mundo está loco", "la juventud está perdida", "estamos destrozando la naturaleza", "cada vez hay más maltrato a personas y animales", etc. etc. Se repiten en cada una de mis siete décadas.
Creo que hay que vivir en este mundo con la conciencia que debemos cuidar nuestro alrededor más cercano y si cada una-o lo hiciéramos, quizá él y sus habitantes podríamos ser más coherentes y más honestos con lo que decimos y hacemos. Desde que el mundo es mundo sus propietarios son sus habitantes, por lo que debemos cuidarlo. Hay todo un arsenal lleno de herramientas buenas y malas, que están ahí para que cada cual elija la que quiera.
Este universo nuestro, de una riqueza inigualable, es continuamente masacrado por mentes enfebrecidas, disfrazadas de salvadores de patrias que lo único que consiguen es destrucción, tristeza, dolor y una devastación total de territorios, sobre todo de los lugares más ricos, que son los que interesan.
Pienso que debemos respetarnos para salvaguardarnos de estos personajes que de vez en cuando surgen disfrazados de superhéroes. Es importante que la educación y la cultura: el arte, la literatura, la música, la pintura, la poesía, la narración escrita y oral, sean parte integral de nuestros conocimientos. Parece ser que la cultura no interesa, porque un pueblo culto jamás llegaría a provocar conflictos y guerras. Para los mandatarios sean del color que sean, la incultura y los analfabetos son sus aliados, no protestan, son sumisos y obedientes, todos metidos en un redil de ovejitas para que ninguna se descarrile. Cuanto más enfrentados y enfadados unos con los otros, mejor. Ejercen el control y la manipulación a través de los medios de comunicación, la tecnología: programas basura de prensa amarillista, debates políticos que más bien parecen los patios de vecinas, a ver quién da la noticia más macabra y mentira tras mentira, así nos entretienen y nos convencen de que vivimos en un mundo maravilloso, donde si miramos no muy lejos, sigue existiendo la hambruna, las corruptelas, el comercio de personas, incluso fábricas de laboratorios farmacéuticos, enriqueciéndose con las miserias humanas.
Quiero ser positiva y abogo porque este mundo maravilloso, algún día se convierta en una bola que gire alrededor de la concordia, la empatía, y el respeto. Individualmente, podemos hacer mucho desde nuestro espacio. Si nos diéramos cuenta de que en nuestro cerebro habitan neuronas en paro y las pusiéramos a funcionar, como dice el refrán: "otro gallo cantaría".