El giro real no es el canario

Desde mi balcón estoy leyendo ‘El giro real’, premio de novela Prensa Canaria 1982, del ilustre escritor canario Elfidio Alonso Quintero. Es una novela que contiene varias en una. Una suma de textos sociológicos, políticos y morales alrededor de las peleas de giros, gallos de pelea, de color oscuro y con las plumas del cuello y de las alas amarillas o, a veces, plateadas. 

Quiero destacar un párrafo para que reflexionemos todos juntos:

¿Por qué a los hombres les gusta que dos gallos se enfrenten y luchen hasta la muerte? Se dirá que se trata de un juego que solo interesa a las clases bajas e incultas. Se dirá, también, que es un entretenimiento que depara satisfacciones a aquellas personas que necesitan exteriorizar sus instintos violentos, echando por los poros y los sentidos todo lo que de animal tiene un ser humano escasamente cultivado o con la mente atrofiada….. El fanático y febril aficionado llega a creer que es él mismo quien lucha en la valla. …

La satisfacción por la victoria llega a ser inmensa cuando el aficionado apostante descubre que detrás del gallo enemigo y perdedor se ha escondido una persona no querida y odiada; o simplemente rival, por pertenecer a un pueblo limítrofe que mantiene relaciones poco amistosas con el suyo. Y por el contrario: cada herida sufrida por el animal elegido ha acabado por sentirla como en propia carne, aunque al final del combate pueda llegar ese gesto despreciativo o de asco hacia el animal derrotado, que no supo aguantar el castigo y lo dejó en evidencia ante aquellos forasteros que habían llegado al pueblo con ínfulas de perdonavidas.

Podríamos reflexionar sobre esos gobernantes (personas que necesitan exteriorizar sus instintos violentos) que, arropados entre sus banderas, envían a los jóvenes pobres, que no pertenecen a su ‘casta’, a morir en guerras sin sentido, que son, a su vez, un tipo de entretenimiento de poderosos conglomerados armamentísticos y farmacéuticos.

Seguimos como en tiempos de Nerón y su circo romano, donde los gladiadores luchaban en la arena y los cristianos morían descuartizados por leones ante la histeria de la multitud y el beneplácito, una vez más, de gobernantes y poderosos. 

Me ha sorprendido una frase de la cita destacada anteriormente: ese gesto despreciativo o de asco hacia el animal derrotado. Sí, a pesar de que nosotros ponemos los muertos, esos gobernantes y poderosos (aficionados [que] llegan a creer que son ellos mismos quienes luchan) nunca dejarán de despreciarnos por no saber morir con dignidad (¿qué significa eso?) al no haberles otorgado la victoria. 

No importa cuando leas esto, los pobres siguen siendo pobres, siguen siendo los nadies bajo cualquier bandera. Al final, todos, gobernantes victoriosos y derrotados, nos hacen mártires por una causa con la que se emborrachan, mientras siguen riéndose a nuestra costa en esa verdadera pelea de giros que es el tablero del mundo.

Si te ha gustado, puedes leer mi último artículo aquí: Candelaria, la ciudad de los 15 minutos

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Tertulia Tamasma

Desde mi balcón - JOSE LUIS REGOJO

Bailes tradicionales canarios - LUISA CHICO

Miscelánea tradicional - MOISÉS RODRÍGUEZ

Viajando por los versos - ROSA GALDONA

Palabras del alma - BALBINA RIVERO

FRASES Y REFLEXIONES PARA AYER, HOY Y MAÑANA - ALBERTINE DE ORLEANS

Amanece, que no es poco - ANGIE HERNÁNDEZ

Sección infantil: Arcoiris de cuentos - TANIA RAMOS

Gotitas de agua - JOSÉ ACOSTA

La voz de Arico - MARÍA GARCÍA

Memorias con historia - GLORIA LÓPEZ

Lengua viva - PABLO MARTÍN LÓPEZ

Mi cuaderno de danzas - ISA HERNÁNDEZ

Amar el amor - LANGE AGUIAR

El legado de los abuelos - TOÑI ALONSO

Hablando de amigos… - LUIS ALBERTO SERRANO

La magia del teatro - INA MOLINA

Las retahilas de Candi - CÁNDIDA MEDINA

Contando canciones - MATALE AROZENA

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