Exploro y en ese rastreo observo que aún nos sigue interesando o satisfaciendo o gustando más el que nos digan que somos ángeles o caballeros de luz o profetas o enviados, ... que cuestionarnos a nosotros mismos, nuestra verdad, esa que sabe nuestro corazón, la que nuestro interior reconoce, quiera nuestro miedo o no.
Nos sentimos más identificados con el hecho de notarnos validados por lo que alguien enuncie de lo que significa ser un ángel o las señales de que somos sabios o grandes maestros enviados a la faz de la tierra, que cuestionarnos y ser sinceros con nosotros mismos.
A veces doy una batida por las publicaciones del Facebook sin finalidad alguna y atisbo que casi todas aquellas que nos aclaran que nosotros somos elegidos, magníficos, especiales etcéteras, tienen miles de comentarios y me gusta. Y me pregunto ¿le estamos dando valor al conocimiento intrínseco de nosotros mismos?, ¿nos estamos observando?, ¿nos permitimos cuestionarnos?, ¿afrontamos nuestros miedos?, ¿estamos en el camino del encuentro por y para nosotros o bien para demostrarle a los demás que somos los elegidos, ...? El caso es que desde mi percepción continuamos con esa necesidad de que alguien nos diga, nos sugiera, nos propongan... que nosotros somos increíbles porque cumplimos con esos requisitos, ... Da igual quien lo afirme, basta con una viñeta, frase, fotografía... que diga cuál es la condición para ser así, que es más que suficiente para contentar y satisfacer a nuestro ego-centrismo. Y sí que somos increíbles y maravillosos, pero por ser nosotros tal y como somos, experimentándonos para ser los más auténticos posibles, gracias a esas vivencias, pero aún quizás seguimos en ese tiempo pasado, algo alejados de este momento presente que nos dice constantemente que los maestros somos nosotros, que el líder es el colectivo, la suma de cada uno, que los sabios sólo nos muestran sus apreciaciones, sus sensaciones, su contemplación y siempre que se la pidamos, para relumbrar nuestra sabiduría, nos aportan herramientas que nos invitan a profundizar en explorar quiénes somos y no en la búsqueda incesante de quién queremos ser para que nos validen.
Sé que estamos caminando, cada uno en su propósito de vida, quizás podríamos atender a través de esta herramienta que es el Facebook, Instagram, Twitter, ... A cuantos me gustas o comentarios intervenimos que nos incitan a ser nosotros mismos o bien los estamos haciendo de manera automatizada con todos aquellos que nos provocan a seguir una idea, una creencia, una verdad, ...
Deduzcamos nuestra propia verdad, aquella que nuestro corazón sabe para SER nosotros. Modifiquemos la programación que ya está establecida si así lo sentimos y SEAMOS VALIENTES para llevarlo a cabo.
¿Cuál es nuestra verdad? Sólo tú lo podrás saber... Recupera el sabio que hay en ti.
Si te gustó, puedes leer la entrada anterior: La convivencia