El perdón no es una herramienta bursátil de la bolsa, que se usa de manera estratégica para conseguir una finalidad. Una que otra vez usamos el perdón con una sana intención, pero en la medida que exponemos los motivos y el porqué de ese perdón aparece la auténtica verdad y no es el perdón que se pide, sino la puerta que se abre al uso de la palabra perdón, es la varita mágica que permite que nuestra mente se exprese y empezamos a desahogarnos enumerando todas y cada una de las razones del porqué de nuestro acto, ya no importa lo que nosotros hemos hecho sino el motivo por el cual lo hicimos... Debemos observar que quizás la verdad ahí es que de una manera u otra seguimos pensando que el otro o los otros han sido responsables de nuestras acciones... No nos hemos perdonado todavía y, sin embargo, sin haberlo hecho, queremos pedir perdón... Tenemos que ser honestos y sensatos con nosotros mismos porque si continuamos justificándonos, estamos haciendo uso del privilegio que nos otorga la palabra perdón, pero no lo estamos pidiendo, sino que hemos aprendido que si pedimos perdón tenemos la posibilidad de continuar perteneciendo al colectivo, al grupo, a la pareja, etcétera... y mancillamos su significado, culpabilizando y no asumiendo como tantas y tantas veces lo hemos hecho, como por ejemplo: es que me hiciste, ... o es que me dijiste, ... o es que pensé esto... o es que fuiste de esta manera... o es que me provocaste... es difícil en ocasiones observarlo y aun haciéndolo, encontrar el equilibrio...
Cuando todo esto ocurre es porque tenemos la creencia de que todo está fuera de nosotros, es por lo que los demás nos hacen, que no está dentro, en nuestro interior, por cómo nosotros percibimos y en ocasiones permitimos... ¡Ya dejamos de ser responsables!... El perdón dejó de tener sentido y se convierte en la herramienta que nos permite desfogar nuestras razones, ya da igual nuestros actos desarmonizados... El PERDÓN es renunciar a la "venganza" o bien a la reclamación de un justo castigo o bien no tener en cuenta la ofensa... Los perdonantes no hacemos justicia concediendo el perdón, sino que aceptamos que la justicia es renunciar al castigo, porque sentimos que lo justo es el proceso que se vive, ese proceso que nos permite encontrarnos a nosotros mismos y elegimos eso como compensación, en pro de una verdad más elevada que la que teníamos y que suma a la vida que somos, ¡eso es lo justo, el amor al prójimo que hay en nuestro interior!... Somos actores principales y secundarios en la obra nuestra y en la de los demás... A veces es difícil...
EL PERDÓN es un beneficio para el perdonado y también para el perdonante que tiene la sana intención de restaurar y recomponer la relación o bien la de no intervenir en la vida del perdonado deshonestamente, malhumoradamente o mal intencionadamente... Que la relación con el ofensor u ofensores que se elige, goce del orden que da la armonía, sea la que sea. El PERDÓN debe de estar ordenado para que contribuya a la armonía de la cohesión social y vivir en Paz, evitando espirales de venganza... Si lo desordenamos, el foco está solamente en evitar la espiral o cadena de "venganza" por miedo y no por la propia acción que significa el PERDÓN, que hace que la espiral o cadena no se cree... La línea es muy delgada y sólo cada uno de nosotros podrá saberlo...
Seamos lúcidos y cuando pidamos PERDÓN porque así lo sentimos, expongamos sólo el daño ocasionado que nuestra acción o acciones generaron, porque sentimos que esas acciones no nos definen, definen a nuestra frustración, a nuestra impotencia, etc. y no a la verdad del amor que sentimos. Hagamos un buen uso de la ACCIÓN del PERDÓN y no lo confundamos con el olvido. Olvidar no es perdonar y además eso es parte de la verdad acumulada de nuestra experiencia de vida, que nos permite ORDENARLA... ¡Eso es SABIDURÍA! Es hora de perdonarnos. Somos ambos perdonantes y perdonados. Perdonemos pronto y sigamos...