… Vuelo de alas doradas,
gala de un paisaje.
—¡Vamos, vamos, que hoy es nuestro día! —gritaba esa mañana uno de los amigos de Guacho.
Era un grupo de niños indolentes y malcriados, que a pesar de los consejos de Tycho, Guacho continuaba siendo amigo de ellos.
De lo que ellos no se habían dado cuenta era que afortunadamente Paloma Aliblanca había visto de lejos al grupo y como desde que habían llegado a La Laguna sólo habían causado problemas, decidió acercarse.
Paloma Aliblanca, es una de las palomas grandes que viven en Cuba, es una de las más bellas debido a los variados colores de sus plumas, aunque mayor que paloma Rabiche era inconfundible por la línea negra, fina y acentuada debajo de los oídos, oídos que escuchaban ahora algo muy grave. El grupo tramaba cazar mariposas Senne para una colección.
Uno de ellos decía:
—Yo sí las voy a cazar. Hace mucho tiempo que estoy detrás de esa mariposa y no me regreso de vacaciones sin cazarlas, todos mis compañeros las coleccionan. Nos será fácil encontrarlas y cazarlas, porque le gustan mucho las flores, de ellas extraen el néctar. Acuérdense que sus alas son completamente amarillas,
son mansas y de vuelo pausado. No, nos resultará difícil cazarlas. ¡Ahhhh…!, y además gusta de posarse en las crestas del fango, buscando la humedad, ahí es donde mejor se siente.
—¿En el fango? ¡Puaj!, qué asco! —dijo otro.
—Bueno, ¡está bueno ya! Nosotros vamos a cazar la mariposa y no al fango.
Cerca de allí, estaba Chipojo, como siempre asomando la cabeza por entre las rocas y oyéndolo todo; pero cuando vio a Aliblanca se escondió corriendo; por supuesto, para no verse en problemas. Cada día que pasaba, Chipojo con su conducta se ganaba el rechazo de los demás animalitos del Monte.
Aliblanca lo alcanzó a ver y se dijo:
—¡Algún día te llegará la tuya, Chipojo, ya verás! Y en ese instante, voló donde Tycho y le contó lo que estaba sucediendo y recalcó:
—Recuerda que Senne es una de las tres maravillosas mariposas amarillas del monte cubano y sus características la hacen un blanco seguro para los cazadores. En fin, tenemos que actuar rápido.
—Debemos hablar con Guacho enseguida —señaló Tycho.
—¿Guacho? —preguntaba asombrada Aliblanca.
—Sí, aunque él estuvo también un tiempo coleccionando mariposas, Nenúfar, yo y muchos amigos del monte cubano lo convencimos del daño que hacía, hasta que nunca más lo hizo —le aclaraba Tycho.
—Y no perdamos más tiempo. Guacho se cansa de hablar con ellos y explicarle el error que están cometiendo y ellos siguen haciendo lo que se les vienen en ganas.
—Entonces, ¿Qué haremos? —preguntó Tycho ya muy preocupado.
—Tengo un plan. De resultar, los alejaremos del monte por un tiempo. Busca a Solibio y avísenle a Senne lo antes posible, pues es necesario que estén prevenidas. Y por favor, sin levantar revuelo y mucho menos que Chipojo se entere, últimamente su comportamiento no es el mejor.
—¿Y por qué Solibio? —preguntó el huyuyo, no muy convencido.
A lo cual Aliblanca respondió:
Recuerda que Solibio es un ave endémica de Cuba y conoce el monte cubano muy bien, no es arisco, deja que el hombre se acerque sin llegar a levantar vuelo y además gusta igual que Senne de libar el néctar de las flores; él es el más adecuado para encontrarla. Yo por mi parte localizaré a Barbiquejo.
—¿A Barbiquejo? ¿Para qué?
—Ya lo sabrás a su debido tiempo. Y ahora vete, ya que no tenemos mucho tiempo.
Por el camino, Tycho encuentra a Guacho y lo pone al tanto de todo lo sucedido…
—Cuenta conmigo, pero ¿cómo encontramos a Solibio? —preguntó Guacho.
—Pues bien –explicó Tycho—, se parece al Mayito, que es negro igual; pero a diferencia de él tiene la rabadilla amarilla y los ojos muy oscuros. Le gusta estar en las pencas de las Palmas. Pero mira, mira, ¿tú ves aquel nido que asemeja a una copa que cuelga al que se parece a una hamaca? Pues ese es el nido de Solibio.
En ese momento se oyó en el monte un canto: ”soli—soli—solibio”….
—¿Escuchaste, Guacho?
—Claro, por eso se llama Solibio.
—¡Anda cerca!, busquémoslo.
Al poco rato de andar, encontraron a Solibio y le explicaron el plan de Aliblanca.
Solibio que conocía muy bien a Senne salió a buscarla junto a Tycho y Guacho. Cuando la encontró, esta dio la voz de alerta y avisó a cuanta Senne se pudo y todos los que pudieron se escondieron. Una vez, que Tycho y Guacho estuvieron convencidos de que nuestras mariposas estaban seguras, decidieron separarse.
Tycho por su parte avisaría a Aliblanca y Guacho seguiría de cerca de sus amigos, él sabía donde encontrarlos.
Al poco tiempo, Guacho se encontró con el grupo.
—¿A dónde van? —dijo Guacho, parándose en el medio del camino.
—Vamos, querido amigo, a cazar a Senne, te invitamos
—No sigan con esa idea. Dejen los animalitos libres y tranquilos, que para eso la Naturaleza lo ha hecho así. Al contrario, hay que crear condiciones para su reproducción, ese es nuestro deber, no coleccionarla, además son polinizadoras.
—¿Y qué?, por unas cuantas que coleccionemos, no va a pasar nada.
Guacho no podía disimular el enfado que le causaba aquel comportamiento, lo sacaba de quicio. La indolencia de sus amigos hacia la naturaleza era demasiada.
Y continuaban:
—Nosotros vinimos a disfrutar nuestras vacaciones y, por tanto, así lo haremos.
—¿Haciendo daño a la Naturaleza? —dijo Guacho.
—Y, ¿quién dijo eso? Si lo que vamos a hacer es cazar mariposas —dijo otro.
—¡Qué por supuesto morirán! —insistió Guacho.
—¿Y eso qué?, si de todas formas se van a morir —respondió uno del grupo.
Guacho no podía contener la indignación que sentía. Era obvio que nada lo harían entrar en razones.
Resueltos y sin hacerle el menor caso a Guacho, se internaron en el monte decididos a cazar a Senne. Atrás quedaba Guacho sin saber qué hacer.
¡Pero, con lo que los amigos de Guacho no habían contado era con la amistad, el compañerismo y solidaridad de los amigos de Tycho y, por tanto, Senne no estaba sola!
Mientras tanto, Tycho, se reunía con Aliblanca que ya había encontrado a Barbiquejo.
Barbiquejo, es una paloma grande que vive sedentaria en Cuba, es una de las palomas silvestres más bellas de Cuba, ya que en sus plumas se aprecian el verde rojizo, violeta claro y blanco y apenas del mismo tamaño de Aliblanca se diferencia de Aliblanca que tiene una línea blanca debajo de los ojos. Le encanta andar por la tierra buscando semillas, lombrices y granos. Era en estos momentos la aliada perfecta en el plan de Aliblanca, ella como nadie podía ayudar.
Aliblanca ordenó:
—Ahora a buscar cuanta semilla de Piñón de Botija encuentren.
—¿Cómoooo?—replicó Tycho asombrado y preocupado a la vez.
—Lo que están oyendo —contestaba Aliblanca—, a buscar Piñon de Botija, mis semillas predilectas.
—¡Puaj…!, ¡qué asco! —exclamó Barbiquejo—, no sé como te gusta el Piñón de Botija! ¿Para qué haces esto, Aliblanca?
A lo cual Aliblanca respondió:
—¡No te quejes más, no preguntes más! Tú no las vas a comer. Sólo buscarlas —y molesta continuó— ¿Nos vas a ayudar o no? Ten paciencia y verás.
Cuando tuvieron suficientes semillas, las pusieron por donde los amigos de Guacho debían pasar de regreso.
¡Ahora sólo restaba esperar…!
Y el tiempo pasó. Las Senne no se encontraban. Los amigos de Guacho estaban cansados de buscarlas. Llenos de fango, (recordemos que Senne le gusta posarse en el fango), extenuados, sedientos, hambrientos, en fin...
De pronto, uno de ellos encontró las semillas dejadas por Aliblanca y sus compañeros en el camino y las probó, tenían mucha hambre.
—¡Uyyyyy…!, qué ricas están! Entonces todos empezaron a comer.
Pronto empezaron a retorcerse del dolor de tripas y empezaron a correr en dirección a la casa de Guacho. Uno de ellos decía:
—Yo sólo quería susurrarle un deseo y soltarla ¡Dicen que se cumple!
En ese momento llegaba Solibio junto a Aliblanca, Tycho y Barbiquejo, a los cuales se había unido Guacho.
Guacho, al ver la reacción de sus amigos, preguntó intrigado, por una parte; pero contento por otra, al ver que sus amigos se habían arrepentido de cazar las mariposas Senne y se alejaban corriendo a más no dar.
Y preguntaba sin salir de su asombro:
—¿Aquí qué ha ocurrido?
Aliblanca respondía:
—No se preocupen. Corren hacia el váter.
—¿El váter?
—Sí, comieron semillas de Piñón de Botija, mi comida predilecta; pero en los humanos
hace el efecto de purgante.
Aliblanca y sus amigos no paraban de reír.
—Creo, creo que en largo tiempo se les volverá a ocurrir cazar mariposas —dijo Guacho, que reventaba de la alegría.
Nadie se dio cuenta. Pero los ojos muy oscuros del Solibio ahora tenían un brillo muy especial, el brillo que sólo da la alegría de la amistad.
Si les gustó, aquí pueden leer el del mes pasado: Las grietas de Lanzarote