Rosa Isabel Galdona Pérez es natural de Güímar. Doctora en Filología, investigadora, docente y escritora. Ha impartido cursos en las universidades de Santander, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria y Alcalá de Henares. Su tarea investigadora ha abarcado la Semántica, la Teoría literaria y la Crítica feminista aplicada a la novela. Dejó huella de ello en publicaciones como Alaluz (Universidad de Riverside) o el Anuario de la Universidad de Extremadura, entre otras.
Es vicepresidenta de la Asociación Cultural Canaria de Escritores/as, Acte, desde febrero de 2024. Directora de las colecciones Taborno y Ayosa. Coordinadora del Taller literario de poesía "Hiperbólica Letra", en Candelaria.
Su tesis doctoral, Discurso femenino en la literatura española de posguerra: Carmen Laforet, Ana María Matute y Elena Quiroga, fue pionera en Canarias en utilizar el enfoque feminista para identificar las diferencias sociales por cuestión de género en la narrativa. Como reconocimiento, fue premiada por el Instituto Canario de la Mujer al mejor trabajo de investigación y publicada por la Universidad de La Laguna. La Real Academia de la Historia contó con ella para realizar la biografía de la escritora Elena Quiroga, incluida en el Diccionario Biográfico Español.
Es autora de los poemarios: Algunos amaneceres deshabitados, Enllantecida Wendy, Reflexionario de mareas, Egográficas, Ablativa, La última esquina del viento, La grandeza de las simples cosas y del libro de relatos: Estampas de tinta.
ENTREVISTA
¿Cómo fueron tus inicios como escritora?
Mis inicios fueron precoces, intensos y muy satisfactorios. Desde chiquita me encantaba sentarme en la mesa de la cocina, que era la única que había, y con un lápiz y una libreta me podía pasar horas embelesada. Luego, cuando cumplí los 15 años, me regalaron un diario y empecé a escribir en él mis primeras impresiones. Recuerdo que comencé “Querido Diario, vas a ser mi cómplice a partir de ahora…” y no sé qué más. Allí volcaba todo lo que me apetecía: una preocupación cotidiana, un deseo poderoso, un miedo latente… También recuerdo que escribí en sus páginas un soneto. Es la única vez que he escrito un soneto, ¡un poema con medida... pero la adolescencia es atrevida!
En cuanto a tu proceso creativo. ¿Cómo te enfrentas al papel en blanco?
Mi proceso creativo es muy variable. En ocasiones, me abstraigo durante horas y días de una manera que no oigo pasar las horas. Otras veces, tomo notas a ritmo de tortuga, me leo, me releo, me corrijo compulsivamente y no avanzo. Soy muy poco disciplinada y nada regular. Mi creación poética es fruto de impulsos del sentimiento. En la prosa sí que necesito ser más metódica. Es ineludible.
¿Cuál es tu método de escritura? ¿Anotas lo que se te ocurre?
Como he dicho anteriormente, con la lírica soy muy desordenada. Incluso caótica, si me apuras. Me abandono a los impulsos del interior. Y ese interior a veces es un caudal arrollador, mientras que otras veces es un chorrito de pescadillas que se muerden la cola. Y entro en ese círculo de correcciones y relecturas que forman parte de mi método (o ausencia de él según se mire…)
Cuando escribo prosa, de ficción o de no ficción, sí que me ciño a un plan de trabajo más ordenado. Lo necesito para saber qué pasos doy, hacia dónde va mi relato o mi ensayo. Si no, no puedo avanzar. Sería para mí como conducir un coche sin mirar hacia adelante.
¿En qué momento marcó la escritura tu devenir profesional y personal?
En el momento en que conseguí publicar por primera vez. Ahí supe que había una salida para mis delirios poéticos y me vine arriba. ¡A escribir, que quiero compartir lo que traslado al papel!
¿Cuántos libros tienes publicados?
Tengo publicados seis poemarios: Algunos amaneceres deshabitados, Enllantecida Wendy, Reflexionario de mareas, Egográficas, Ablativa y La última esquina del viento. De ellos se han reeditado dos. Lo último que he sacado se ha ido al terreno de la prosa: La grandeza de las simples cosas y Estampas de tinta. Mención aparte merece la tesis doctoral que me publicó hace ya 24 años el Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, y que se titula Discurso femenino en la novela española de posguerra: Carmen Laforet, Ana María Matute y Elena Quiroga.
¿En tu carrera como escritora, cuál ha sido tu mejor experiencia?
Escribir, desde el momento mismo de sentarse y coger el lápiz, es muy satisfactorio, pero sin duda he de decir que lo mejor de este quehacer es encontrar a alguien que te dice “he leído tu libro”. Esa es la máxima satisfacción, creo, de un escritor, el comprobar que efectivamente existe el destinatario de tus noches frente al papel. Independientemente de que la escritura per se sea un ejercicio apasionante. Encontrar al protagonista del otro lado del espejo, ese en quien piensas cuando escribes, es una hazaña.
¿Qué opinas sobre la literatura que se hace en Canarias?
La literatura en Canarias me parece de una calidad extraordinaria. Hay muchísima gente valiosa escribiendo por ahí. Y muchas veces es difícil conocerlos, porque si no encuentran el altavoz adecuado se quedan en el anonimato. La literatura en Canarias es mucho más amplia y rica que la circunscrita a unos cuantos nombres que nos dan voz más allá del Archipiélago. Esos nombres, no cabe duda, son muy loables y meritorios, pero no abarcan ni representan a la rica creatividad de nuestra gente. Hay gente valiosa (y joven) en muchos rincones de nuestras islas. Solo hay que darles la oportunidad (de que hablen, de que publiquen…). Y en ese sentido, creo que ACTE hace una labor decisiva, para apoyar y ayudar a difundir, no solo la escritura hecha en Canarias sino también la cultura de lo canario (pintura, música, folclore…), en general,
¿Qué opinas sobre el papel que juegan las redes sociales en la comunicación, en relación con la literatura?
Creo que son un altavoz muy práctico para su difusión.
¿En qué proyecto te encuentras sumergida en estos momentos?
En varios. Tengo un grupito de poemas por ahí que quieren nacer… También tengo comenzada una aventura de microrrelatos (de esto tiene la culpa Daniel María, pues en un curso suyo al que asistí me sembró la inquietud y el reto personal de “contar en corto”, es decir, crear historias breves pero completas). Para mí, que soy de mente sintética, es un desafío que me apasiona, lo confieso. Y en ello estamos.
¿Cuál es tu escritor/a favorito?
No puedo darte un nombre. Lorca, Saramago, Elena Quiroga, Dickens, Dostoyevski, Margaret Atwood, Virginia Woolf… con un café te cuento, si quieres, el porqué de cada nombre…
¿Cuál es tu gran sueño?
No perder nunca la ilusión por la vida. Mantener siempre motivada a la niña que respira dentro de mí y que me hace disfrutar de las pequeñas y grandes maravillas de estar viva.
¿Qué libros han cambiado tu vida?
Las lecturas que han cambiado mi vida son aquellas que me han revuelto y me han hecho crecer por dentro: La voz dormida, de Dulce Chacón, me descubrió con una trompada los horrores de perder una guerra y perderla siendo mujer, que es peor. 1984, de George Orwell, me puso en guardia sobre los delirios totalitaristas que puede concebir el ser humano. Me pasó lo mismo con Franskenstein, de Mary Shelley. Y con Ensayo sobre la ceguera, de Saramago.
Redacción
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